Desde la constitución de 1991, Colombia es un país laico, lo que quiere decir que el Estado como tal, no tiene ninguna religión, no la profesa, no la debe promover, ni mucho menos imponer. Ustedes saben que eso se queda en el papel, porque en Colombia o se es cristiano católico o cristiano protestante en su mayoría.

Y yo, que ustedes saben solo creo en Jesucristo,  he celebrado siempre que el Estado colombiano sea laico, porque eso se convierte en una garantía para todo el que profesa alguna religión.

Dicho sea de paso,  hay que celebrar que contrario a lo que pensábamos muchos, en este gobierno de Gustavo Petro, ha sido garantizada la libertad de culto, hasta de los satánicos, a tal punto que poco a poco, lamentablemente, se viene convirtiendo en la religión  que profesan muchos en esta administración que nos gobierna.

Ojo con eso, no vaya a ser que nos ocurra lo mismo que al vecino país, en donde la brujería se convirtió en la guía espiritual de los mandatarios, guiándolos a donde solo puede hacerlo, a las tinieblas, que hoy es lo que cobija Venezuela, o si no mire en las calles la guerra de un país burlado por un sistema electoral corrupto y cínico.

No nos pongamos de inventores, como ocurrió con nuestros hermanos de al lado en 1999, donde escogieron el populismo guiado por el mal, porque aunque muchos no lo crean, lo espiritual, de lo que poco se habla en los medios de comunicación, porque ese asunto es solo para la iglesia los domingos, es tan real como lo que usted y yo podemos tocar.  

Cuidado y un Estado laico como el que somos, poco a poco  busque la guía de las  pitonisas, adivinos, brujos, no vaya a ser que después no sepamos cómo sacar a sus líderes  del país como ocurre hoy con los vecinos, porque diablo, no saca diablo.

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