En la actualidad, el respeto por la vida y, en particular, el respeto hacia la mujer, ha cobrado un valor significativo en nuestra sociedad. A pesar de los avances en el desarrollo de los derechos de las mujeres, la violencia de género sigue siendo una triste realidad que afecta a millones de mujeres en todo el mundo. La agresión hacia la mujer, lamentablemente, sigue siendo una práctica arraigada en algunos sectores, e incluso, algunas personas la justifican.
En 1993, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer, definiéndola como “todo acto de violencia por razones de sexo que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se produce en la vida pública como en la privada”. Por otro lado, Según la Organización de Naciones Unidas (ONU), en 2022, unas 48.800 mujeres y niñas murieron a manos de sus parejas u otros familiares en todo el mundo.
Además, se calcula que 736 millones de mujeres, casi una de cada tres, han sido víctimas de violencia física o sexual por parte de su pareja, de violencia sexual fuera de la pareja, o de ambas, al menos una vez en su vida. Estos datos no incluyen el acoso sexual. En todo el mundo, el 6% de las mujeres declaran haber sido víctimas de violencia sexual por parte de alguien que no es su esposo ni su pareja.
En Colombia, la situación no es menos preocupante. Según la Procuraduría General de la Nación, cada 18 horas una mujer es asesinada por el hecho de ser mujer, y la mayoría de los criminales son sus parejas o exparejas. Entre mayo de 2023 y 2024, se recibieron 149.017 denuncias por violencia intrafamiliar y 630 nuevos casos por feminicidios. Estas cifras son alarmantes y reflejan el peligro que enfrentan las mujeres en una sociedad que, a pesar de los avances en los derechos de las mujeres, sigue siendo un entorno hostil para muchas de ellas. La violencia de género tiene raíces profundas en factores socioculturales y es una práctica aprendida, consciente y orientada, producto de una organización social estructurada sobre la base de la desigualdad entre hombres y mujeres.
Es fundamental que dejemos de ver la violencia contra la mujer como una simple estadística. Debemos asumir la responsabilidad de defender y proteger a las mujeres. Es hora de comprender y respetar un principio fundamental: cuando una mujer dice «no quiero más», es porque no quiere más.
Por Dr Ricardo Méndez Robles
Psicólogo especialista en educación, cultura y política