El progreso en infraestructura se refiere al desarrollo y mejora de las estructuras y sistemas que sustentan el funcionamiento de una ciudad, incluyendo caminos, puentes, transporte público, servicios de agua y saneamiento, energía, telecomunicaciones y edificaciones. Este tipo de progreso implica no solo la construcción de nuevas infraestructuras, sino también la modernización y mantenimiento de las existentes para satisfacer las necesidades cambiantes de la población. La importancia de este tipo de progreso en las ciudades es multifacética. En primer lugar, una infraestructura adecuada y eficiente es esencial para facilitar la movilidad de personas y bienes, lo que a su vez impulsa la actividad económica. Mejores carreteras, sistemas de transporte público y redes de comunicación permiten un flujo más ágil de recursos, contribuyendo al crecimiento de las empresas y a la creación de empleos.

Además, este progreso tiene un impacto directo en la calidad de vida de los ciudadanos. Una infraestructura bien desarrollada mejora la seguridad, ya que reduce el riesgo de accidentes y desastres naturales, y permite una respuesta más efectiva ante emergencias. Asimismo, el mejoramiento de las vías es clave para la sostenibilidad urbana, especialmente en un contexto donde las ciudades enfrentan desafíos ambientales significativos.

Sin embargo, cuando la construcción de vías y el mejoramiento de estas no se realizan de forma coordinada, planificada y organizada, se generan una serie de problemas que afectan gravemente la movilidad y la calidad de vida en las ciudades. La falta de coordinación puede resultar en congestiones de tráfico severas, como las que se están evidenciando en la zona de Valledupar conocida como «los gallos», donde las obras han interrumpido rutas principales sin ofrecer desvíos adecuados, provocando retrasos y frustración entre los conductores. Además, la ausencia de planificación y la toma de medidas inadecuadas que no responden a las necesidades reales de la población han incrementado la inseguridad vial y el riesgo de accidentes, afectando la confianza de los ciudadanos en las autoridades responsables.

Ante esta situación, los secretarios de Tránsito y Transporte y de Obras Públicas han repetido frases como “hay que tener paciencia” y “hay que tener cultura ciudadana”. Sin embargo, es importante señalar que, desde hace muchos años, los habitantes de Valledupar hemos ido perdiendo esta cultura debido al caos vehicular que se vive en la ciudad, la improvisación y la falta de control de las autoridades.

El SIVA es el encargado de ejecutar los componentes necesarios para la implementación y operación del Sistema Estratégico de Transporte Público (SETP) en Valledupar, así como de llevar a cabo las obras. Hasta el momento, no ha demostrado un conocimiento técnico adecuado sobre el tema. No se trata solo de ejecutar una obra, sino de tomar medidas que mejoren o regulen la movilidad en los sectores afectados para evitar los traumas que se evidencian al tener que tomar rutas alternativas. Además, en Valledupar existe una cultura entre los conductores de utilizar siempre las mismas vías, lo que agrava el problema. Todo esto demuestra que es crucial y necesario recuperar la movilidad mediante medidas urgentes para evitar seguir improvisando y generando el caos que se presenta constantemente en las áreas donde se llevan a cabo los trabajos.

Para mejorar la movilidad vehicular en las zonas cerradas por las obras de construcción de las vías correspondientes a la glorieta de los gallos hasta la María Mulata, se pueden implementar diversas estrategias. En primer lugar, es fundamental establecer desvíos y señalización clara que guíe a los conductores de manera efectiva. Se deben crear carriles temporales y rutas de un solo sentido para evitar la formación de congestiones vehiculares, utilizando señales temporales que indiquen las rutas alternativas y la duración de las obras.

La comunicación y los avisos anticipados son esenciales; informar a la comunidad y a los conductores sobre las obras y las rutas alternas a través de medios de comunicación y redes sociales ayudará a preparar a los usuarios. Asimismo, el monitoreo del tráfico en tiempo real permitirá evaluar el flujo vehicular y ajustar las estrategias según sea necesario. La colaboración con autoridades locales, como la policía de tránsito y los reguladores de movilidad, es crucial para gestionar el tráfico y garantizar la seguridad en las rutas alternativas, especialmente durante las horas pico. Finalmente, realizar evaluaciones periódicas de la efectividad de las estrategias implementadas y hacer ajustes según sea necesario contribuirá a mejorar la movilidad en la zona afectada. Aún podemos tomar el camino adecuado.

Por Dr Ricardo Méndez Robles
Psicólogo especialista en educación, cultura y política

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