Valledupar, mayo 20 de 2025.  Nueve años después del asesinato de Eduardo Pinto, ocurrido el 4 de mayo de 2016 en Barranquilla, la justicia colombiana dictó condena contra su esposa, Dayana Jasir De la Hoz, señalada como la determinadora del crimen. La decisión, que marca un giro definitivo en un proceso largo y doloroso, fue recibida con alivio, pero también con profundo dolor por Rebeca Viloria, madre del entonces director del Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses.

En diálogo con este medio de comunicación, Viloria expresó su gratitud hacia los funcionarios de la Fiscalía y la Policía Judicial Dijín que la acompañaron durante estos años de lucha por justicia. “Sin ellos, esto no hubiera sido posible”, dijo entre lágrimas. También destacó la labor de su abogada, Lucía Padilla, y lamentó los múltiples obstáculos enfrentados: “Fueron nueve años de lucha, pasando por todo. Pero bueno, se logró. Al menos se hizo justicia”.

Aunque celebró la condena de quien considera responsable de la muerte de su hijo, la madre de Eduardo Pinto no oculta el vacío que ha dejado su ausencia. “Por un lado me siento alegre porque la agarraron presa a ella, pero por el otro tengo el sentimiento de que no tengo a Eduardo aquí conmigo. Eso es duro”.

Rebeca Viloria también arremetió contra algunos jueces que, según ella, dilataron el proceso. Señaló especialmente el caso del juzgado sexto, donde el caso permaneció durante cinco años: “Metí derechos de petición, tutelas, hasta que lo trasladaron. Luego cayó en manos de otra jueza que nos engañó a todos. Yo creo que la pusieron ahí para entorpecer el caso. Programaba hasta siete audiencias por semana, como si quisiera que prescribiera”.

Al hablar sobre la relación con Dayana Jasir antes del crimen, Viloria aseguró que, aunque no tenían conflictos abiertos, había aspectos que no le convencían. “No era una relación de pelea, pero había cosas que no me cuadraban. Yo soy de las que digo las cosas de frente. Y en el velorio la vi muy distinta… arreglándose el pelo, hablando por teléfono, yendo a donde las vecinas. Parecía una viuda alegre”.

Recordando a su hijo, Rebeca no pudo evitar quebrarse. Lo describió como un excelente hijo, hermano y funcionario. “Donde estuviera, me llamaba todos los días a las seis de la mañana. Nunca perdió un semestre, estudió con esfuerzo, con fotocopias. Nunca fue exigente. Fue buen hijo, buen hermano, buen amigo”.

La historia del crimen se esclareció con las declaraciones del propio Johan Beltrán, quien tenía una relación sentimental con Jasir y fue señalado como coautor del asesinato. Según Rebeca, fue él quien, al hacer un preacuerdo con la Fiscalía, confesó todo. “Él mismo dijo que ella había planeado la muerte y le había dado el dinero. Nadie le levantó esa calumnia, ni la Fiscalía ni la policía. Fue él mismo”.

Desde su natal La Guajira, la familia Pinto ha vivido este proceso con dolor y esperanza. “Todavía me encuentro con gente que trabajó con él, que lo recuerda con cariño y llora al recordarlo. Una lástima que esa mujer me lo haya matado… por pura vagabundería de ella”.

La sentencia contra Dayana Jasir representa un cierre judicial al caso, pero no cicatriza las heridas abiertas en una familia que luchó casi una década por justicia. Para su madre, la condena es un paso necesario, aunque insuficiente para llenar el vacío que dejó la muerte de su hijo.

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