Aunque no parezca la culebra se arrastra y sigue viva en toda la geografía colombiana. Las antorchas incandescentes de una protesta trasnochada y tristemente fabulada por los uribistas a cerca de un fraude en la segunda vuelta  de las elecciones presidenciales, en las cuales el Presidente Santos acalló los rugidos de las motosierras a punta de votos, colocaron a berrear al irascible ex presidente Uribe, quien mal perdedor como es, insultó a medio mundo, incluyendo a los organismos veedores internacionales y repudió la manera – según él – grotesca y corrupta, en la que fue derrotado su candidato de marras.

Los uribistas gritan rabiosamente en sus ceremonias paganas las insulsas oraciones, conformada por los cinco pilares que el apóstol de los falsos positivos les enseñó (“seguridad democrática”, “confianza inversionista”, “cohesión social”, “Estado descentralizado”, “diálogo popular”).

Ser uribista, según Ricardo Silva,  es reducir a “terrorismo” todo aquello –lo bueno, lo malo y lo feo– que signifique redistribuir el poder en la sociedad, o tener la habilidad siniestra para convertir a los desposeídos en defensores acérrimos de la propiedad.

Es por eso que nadie medianamente cuerdo pueda dudar que votar por el uribismo – Según, Silva Romero –  es creerse las mentiras de siempre: que va siendo hora de otra retoma del poder, que a la guerra solo la acaba la guerra, que lo más seguro, en estos climas malsanos, es respirar por la nariz los resoplidos envenenados de Uribe.

Aun después de la segunda vuelta presidencial, de una ventaja de más de 900.000 votos, después de la algazara de160 denuncias que nadie sustenta, del espaldarazo a los diálogos de paz… La loca de las naranjas sigue ahí. Y sigue ahí, porque RCN, CABLENOTICIAS, CARACOL y otros medios guerreristas, violentos diría yo, le colocan el micrófono, le hacen propaganda y multiplican la ponzoña virulenta del ex presidente… Entonces la loca de las naranjas no ha muerto. Solo prepara otra emboscada.

Sigue vomitando odios, señalando -digo babeando-  actos de corrupción, denunciando sin pruebas delitos que él inventó en sus 8 años de falsos positivos, chuzadas y muerte; en sus 8 años de presidencia, digo.

El blog “La Colombia invisible” sostiene que los medios de comunicación colombianos, son medios prepago y serviles (casi todos) a la religión despótica del uribismo.

Estos se han dedicado de tiempo completo a reforzar la idea de que el gobierno de Uribe no solo ha sido el que más ha luchado contra la corrupción sino el que más beneficios y prosperidad le ha dado a todos los colombianos, para lo cual recurren a la propaganda refrita de que ha sido el mejor gobierno de la historia, que sus políticas de seguridad democrática, cohesión social y confianza inversionista (sus tres huevitos) sacaron al país de su condición de paria; y que por lo tanto todos los crímenes de estado y pozos putrefactos de corrupción que se han destapado ocurrieron a sus espaldas.

La loca de las naranjas agita las manos, parece a punto de convulsionar, entrecierra los ojos, sospecho que tiene una motosierra escondida en algún lado, aúlla con desesperación, tira las naranjas y se va.

El portal “La Colombia invisible” pone de manifiesto que la publicidad uribista también reza que hay que absolver al ex presidente de todos sus exabruptos, ¿delitos?, digo, porque “ha sido frentero”, “da la cara” y pide (ordena) a sus ex funcionarios que también lo hagan.

Sus medios de comunicación prepago no mencionan que para defender lo indefendible, el “ilustre” ex presidente recurre a la descalificación de las denuncias y de la propia justicia; y al silenciamiento de testigos clave, bien sea sacándolos del país como exiliados, extraditándolos, prometiéndoles grandes beneficios económicos una vez salgan libres o estigmatizando a sus familiares.

Si los colombianos ponen en práctica un mínimo de sentido crítico cuando escuchan las declaraciones de los ex funcionarios de Uribe comprometidos en los escándalos de corrupción, notarán fácilmente que recitan el mismo libreto con que se defiende Uribe: mandan a callar a los interlocutores o entrevistadores, se ponen furiosos (aunque algunos también lloran….recuerden a Sabas Pretelt), nunca contestan lo que les preguntan o se niegan a contestar, y recitan la acostumbrada palabrería paisa en diminutivos  de que sacrificaron sus vidas por el bien del país, que trabajaron incansablemente, que son de conductas intachables, que no sabían nada del saqueo que se cometió en sus narices, y que por lo tanto el país lo que les debe es agradecimientos, condecoraciones…..

A la loca de las naranjas le salen cachos gigantescos en la cabeza, los ojos se le convierten en una fábrica rayos de fuego, no anuncia falsos positivos, ni chuzadas, ni pobreza, ni miseria; pero la ira que expele, no pronostica nada bueno.

Carlos Alberto Carmona, otro bloguero de El tiempo, es claro en afirmar, que  aunque hoy se observa al uribismo como una especie de enfermedad social grupal y por eso usa la palabra “rehabilitación”, que sean uribistas no va a cambiar mis sentimientos colombianistas hacia ustedes. Si son mis compañeros o conocidos, lo son aunque tengamos diferencias políticas, como pasa con el fútbol.

La loca de las naranjas perdió el puso mediático en las redes sociales y en los medios convencionales con la ingeniosa abuelita de Villavicencio. Las palabras Juanpa y Zurriaga le arrancaron una sonrisa pacifista y amable a los colombianos que le apostamos a la paz en la segunda vuelta.  La loca de las naranjas, que es la versión femenina, enloquecida, tóxica y melancólica del “ilustre” ex presidente y hoy senador de la republica seguirá excretando resentimientos en estos 4 años que se avecinan. Por tanto nadie duda – si es que se posesiona en calidad de senador – que la Loca de las naranjas no ha muerto…

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