Ya se acostumbró a todos los días llegar temprano a la calle 21 con carrera 12 de Valledupar. Allí al lado del semáforo, se ubica sentado en su silla de ruedas con un vaso en sus manos, para esperar que alguien le deje de vez en cuando una moneda.

Ya se acostumbró al inclemente sol que recibe por más de 10 horas diarias. No ve el amanecer porque el astro rey sale a sus espaldas, pero si lo ve al esconderse: sus rayos se despiden quemandole el  rostro.

Se acostumbró  a recibir la lluvia que por ratos lo sorprende. Se acostumbró a la muchedumbre que a diario visita la zona del Marcado público de la ciudad, y a la soledad que comienza a evidenciarse en la tarde.

También Ernesto Carvajal Villa, de 33 años, se acostumbró a que muchos pasen por su lado y lo ignoren,  o a los que por curiosidad le pregunten el por qué se deja usar por sus familiares.  Pero según Ernesto, eso no es más que un mito que alguien, queriendo justificar su negación a colaborarle, un día decidió inventar.  Se regó como pólvora, y ahora muchos deciden no regalarle una moneda porque consideran que es así evitan que lo sigan utilizando. » Nadie me coloca aquí, estoy mi propia voluntad, porque tengo que trabajar», asegura Carvajal Villa.

Tuperfil.Net habló con Ernesto, «El Chico del Semáforo». Eran las ocho de la noche, y aún continuaba en el mismo sitio. El Mercado había cerrado. Igualmente el banco que da a sus espaldas, tampoco prestaba ya servicio. Solo él seguía allí, como parte del paisaje. ¿Esperaba más monedas?. No. Simplemente no había encontrado un taxista que se conmoviera, para llevarlo al barrio Chiriquí donde reside hace varios años.

Con él emprendimos la tarea de embarcarlo en un taxi.  Incluso suplicamos al conductor de un carro valla que no llevaba publicidad en el platón, para que nos permitiera subirlo. Ofrecimos pagarle la carrera, pero tampoco. Nadie quiso darle la mano.

Mientras Valledupar se desbordaba en la parranda por el lanzamiento de un trabajo musical, este hombre discapacitado durmió en el mismo sitio a donde llegó temprano. Vio salir el sol, no cenó, no fue al baño, no encontró una mano amiga que lo ayudara.

No es la primera vez que esto ocurre. » Muchos de los taxistas no le dan servicio a una persona con discapacidad», dice Ernesto al indicar que » una persona con discapacidad debería ser prioridad». Y tiene razón. De hecho las leyes de Colombia así lo contemplan, pero como muchas cosas en este país, se quedan en el papel.

Tuperfil.net le presentó este caso al Alcalde de Valledupar Augusto Ramírez Uhía, quien se comprometió a apersonarse de este caso. Ahora esperemos, a ver si el Chico del Semáforo, por lo menos tiene una vida digna en algún momento de su existencia.

Y si usted pasa por ahí, y ve a Ernesto, creale que es un hombre solo, que todos los días como el mismo dice, sale a trabajar. Si no lo hace, no tiene como pagar arriendo, como comer. Si usted pasa por ahí, por lo menos regálele una sonrisa, no lo ignore, porque él es tan humano como usted o como yo.

 

Por Limedes Molina Urrego

Entrevista de Daniel Ramírez 

 

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