Es verdad, por lo general uno hereda el oficio del padre. En mi caso no fue así. Mi padre que era conductor nunca me enseñó a manejar por temor a que terminará en el oficio. No lo creo, pero bueno.
Lo cierto es que casi siempre el hijo hereda el oficio del papá ni siquiera por vocación sino porque crece en ese entorno en donde ocurre algo clave. El relacionamiento. Eso que es tan difícil adquirir cuando se espera a graduarse para salir con la hoja de vida debajo del brazo a buscar empleo.
Quien se relaciona desde temprana edad con determinado gremio, es fácil que termine trabajando rápidamente en él.
Así las cosas los hijos de mecánicos a la postre se convierten en lo mismo. Ni se diga los políticos, cuyos delfines se sienten con el derecho de nadar en las aguas qué nado su padre.
Y no podía faltar el músico.
Es un don que se hereda, que se lleva en la sangre. No obstante no nos digamos mentiras, hay algunos herederos de esas dinastías, como se les dice en la música, o delfines del vallento para seguir con la terminología política- que por amor de Dios, deberían dedicarse a otra cosa.
Y déjenme y se los nombro :
Eeeeehhh, ¿que dijiste? ¿Corone? No me atrevo a tanto porque no hay nadie más fanático que un petrista o un seguidor de cantante vallenato.
Hoy día son muchos los pelaos – delfines del vallenato – que están saliendo a la palestra musical sin llegarle a los tobillos a sus papás. Pero ni ellos ni sus padres lo reconocerán, porque en el caso de los padres, siempre quieren dejar un legado musical encarnado en su vástago.
Pobres pelaos, me pongo en sus zapatos. No debe ser fácil intentar emular a sus exitosos padres, abrirse un camino y mucho menos cuando llegan imitando a sus progenitores. Eso si, con derecho propio por aquello de la genética.
Hay excepciones claro está. Kaleth Morales quiso ser cantante, pero no como su padre y marcó su propio estilo. Martin Elías si imitó a su padre – Diomedes Díaz – pero creo una propia historia. Y así hay varios, como aquellos que defectivamente ni lo intentaron, como el caso del hijo de Juancho Rois, o las hijas de Rafael Orozco.
Pero hay muchos, que puede que lleven la música en la sangre, pero tienen mala circulación.