«Es cierto que todo en la vida tiene un comienzo, y de igual manera tiene un final, y no obstante una historia por contar».

En una ciudad donde la temperatura puede alcanzar los 39° grados bajo la sombra, debido a la fuerza y el ímpetu con el que los rayos ultravioletas del sol se hacen sentir en esta región de Colombia en horas del día, y en donde al mismo tiempo en horas de la tarde y de la noche pueden precipitarse fuertes aguaceros, nos encontramos con «Charry», sí; Charry, un hombre que en su avanzada edad y por circunstancias de la vida yace en una de las avenidas de la capital del Cesar.

«Un poco mal oliento, sucio y, una barba que deja mucho que decir», es la peculiar manera, y al mismo tiempo el estilo de vida que lleva Redolfo Charry,  como es su nombre de pila.

Con una mirada profunda y lejana, cómo si buscara en el horizonte ese algo que en su vivir espera que llegue a su vida, tal cual cómo el padre al hijo pródigo lo espera cada día, pero que desafortunadamente el anhelo se pierde en la inmensidad de esa esfera cargada de vicisitudes que ha llevado consigo a lo largo de los años en su existir, y de lo cual, tal parece ser que muchos de ellos poco a poco se han ido diluyendo de su mente, y de los cuales, apenas quedan simples destellos de luz, puesto de que a «Charry»,  se le han ido apagando como el ‘pabilo humeante’.

Una mente; que si bien podría decirse, está entre la «Locura y La Cordura» tal vez para sobrellevar todo ese cúmulo de necesidades que a simple vista se reflejan en su humanidad, tras batallar con el peso de la indiferencia de quienes transitan por el lugar donde se hace a diario para ver pasar horas tras horas los vehículos hasta llegar la noche, la que aprovecha para desplazarse a su lugar de descanso, y en el que lo espera su placido colchón (unos cartones) en el cual duerme las penas que durante el día hacen mella en su vida.

Un Santa Marta de donde su mente lo trae, pasando por Fundación y Pivijay en el departamento del Magdalena y aterrizando en Valledupar, lo llevan en su imaginación a la patria chica de Simón Bolívar (Venezuela), desde donde llega para resguardarse al parecer en una finca de una de las familias reconocidas en la capital del Cesar, como lo es la familia Lacouture, (según sus palabras) lugar del que sale para quedarse y asumir su nuevo rol que hasta el día de hoy lo tienen a expensas de los valduparenses que de vez en cuando le extienden su mano.

  • Pero, ¿quién es Redolfo Charry?

En un diálogo bastante  fluido y lejos de una grabadora, Redolfo Charry asegura ser de Santa Marta, que no tiene hijos, pero si hermanas, tías y su mamá, de los cuales cree pueden estar tanto en la capital samaria, como en Fundación y Pivijay, de los cuales hace muchos años no volvió a saber de ellos, ni ellos de él.

Por momentos la mente pareciera jugarle una mala pasada, puesto que expresa frases fuera de lo común, pero al mismo instante regresa dejando claro que él está en su cabal juicio, y pese a que se encuentra en esa  situación, sabe que necesita ayuda para su vida, a través de la cual pueda salir de la penumbra que hoy lo agobia.

«Charry» se encuentra enfermo, y la falta de comida y un buen baño le están pasando factura, pues en su frágil cuerpo se nota como poco a poco se está diluyendo en el mundo de los mortales, pese a mostrar un físico regular a la distancia, pero que al acercarse a él, se puede apreciar la triste y patética realidad que a diario padece.

Solo buscamos que los entes encargados de estos temas, hagan algo por el bienestar de «Charry», para que vuelva a él la vida, el cariño, y el amor que hoy, tanta falta le hace.

 

Crónica de Edwin Abril

@Edabril77

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