Es la forma despectiva de llamarlos. Jóvenes que se toman parques, avenidas para hacer de las suyas. Parques a merced de ellos, quienes se citan en los mismos para consumir alucinógenos, y de paso atracar a quienes intentan disfrutar sanamente del parque.
Pero luego vemos a los jóvenes en cualquier avenida de la ciudad, colgándose de los tracto camiones o de cualquier camioneta con platón, poniendo en riesgo no solo su vida, sino la integridad de los conductores y la tranquilidad de quienes conducen los vehículos sobre los cuales se cuelgan, quienes cuando los malabares terminan en tragedia, quedan incursos en procesos judiciales interminables y desgastantes.
Es el pan de cada día, y al verlos nos preguntamos: ¿Qué tienen en la cabeza estos muchachos?. Y peor aún; ¿ dónde está la autoridad de los padres?.
Pero detrás de estos mal llamados “chirretes” lo que hay es un grupo de muchachos mal orientados. No les sembraron sueños, tal vez porque es mejor que no sueñen para que no se desilusionen en el futuro en una ciudad en donde las oportunidades no es que sobren.
Y aunque en las filas de estas tribus urbanas también están algunos que simplemente escogieron vivir así, la mayoría de estos muchachos son jóvenes herederos de una cadena de errores de sus padres.
Lástima, cuando se es joven se es rico. La riqueza se llama juventud. Lástima, algunos prefieren gastarse esa riqueza en vez de invertirla.
