Testimonio de admiración de un joven indígena

 Emberá Chamí por el cacique de la Junta.

Jeison no es uno de los Arhuacos que conquistó la Sierra Nevada de Santa Marta, mucho menos un valiente Kogui, tampoco es uno de los Wayúu que dominó la agreste Guajira. Jeison González Yagarí, es un indígena Emberá Chamí que vive en el resguardo indígena Karma Tarrua-Cristianía, en el frío municipio de Jardín, en el departamento de Antioquia distanciado 998 kilómetros de la Junta, Guajira.  Sin embargo, él, al igual que los Arhuacos, Koguis y Wayúu también creció y gozó con la música de Diomedes Díaz, y lloró por su muerte. Esta es la historia de Jeison, el Emberá Chamí que extraña a su cacique.

Jeison trabaja como locutor en la emisora Chamí Stereo:

-“Muy bien ya es la una de la tarde buena música en este sábado…aquí está el cacique de la junta con la canción señor locutor”

Su voz no es rimbombante ni vertiginosa, más bien es pausada y guarda ese particular acento que delata que detrás de ese español claramente hablado hay una lengua materna que lo identifica como hijo y guardián de la madre tierra.

Conversé con él mientras iniciaba la presentación de un especial musical con canciones de Diomedes Díaz, era como estar en una parranda, cada pregunta y cada respuesta que se escuchó esa tarde merecía un trago, un catalizador para la pena que aun embargaba su corazón.

Música de la buena

A sus 24 años, este diomedista recuerda como desde los 5 años sus tíos lo incitaron a escuchar lo que para ellos era música buena. Hasta su casa en el resguardo Karma Tarrua-Cristianía llegaba la señal de una popular emisora de Medellín, de lunes a viernes, justo al medio día, Jeison y sus tíos disponían todo para escuchar los mensajes de su cacique. Dos horas a punta de vallenato.

-“se escuchaba de todo” –afirma Jeison– “Binomio, los diablitos, Jorge Oñate….pero la verdad a mí los que más me gustaban eran los discos de Diomedes…”

Era poco más de la una y treinta de la tarde y Jeison seguía programando las canciones del cacique de la junta en la emisora Chami stereo; la parranda de preguntas y respuestas entorno a Diomedes continuaba y la música de fondo amenizaba no solo la tarde para los oyentes, también lo hacía para nosotros.

Con su cabeza cubierta por un sombrero vueltiao este joven locutor afirma sin titubeos que el resguardo es territorio diomedista, basta con salir a caminar por las calles en Karma Tarrua (tierra de pringamosa) para escuchar en cada casa el canto inmortal del hijo de Carrizal.

El dolor de aquel 22 de diciembre

Jeison ya lleva más de 50 minutos hablando de Diomedes Díaz y su música, anunciando una a una las canciones que programa en la emisora, emocionado aprieta con fuerza las cajas de los cd´s originales que para él son su más grande tesoro. Está feliz, sonriente, hablando de su ídolo, escuchando sus canciones y justo cuando acaba de anunciar a sus oyentes la canción 26 de mayo su sonrisa desaparece. Le pregunto por la muerte, aquella que apago la voz.

“Ese domingo yo estaba programando acá en la emisora, al escuchar la noticia se me vinieron todos los recuerdos de Diomedes a la cabeza” cuenta Jeison. “Me dio muy duro la muerte de Diomedes… lloré”.

Para Jeison ha sido la víspera de navidad más triste, durante varios días miró una y otra vez los videos de las presentaciones de Diomedes, videos que aprovechaba comprar cuando iba a Medellín.Durante hora y media estuvo pegado a su televisor viendo el homenaje que se trasmitió en el show de las estrellas, cantando cada una de las canciones.

Pero, sobre todo, el joven locutor indígena se emociona cuando el cacique canta mensaje de navidad “unos dicen que buenas las navidades es la época más linda de los años, pero hay otros que no quieren acordarse de la fiesta de año nuevo y aguinaldo, cuando empecé a escuchar esa frase desde el comienzo hasta el final…lloré. Y es que las canciones nunca se mueren”Relata Jeison con lágrimas en sus ojos.

Conocedor de los gustos musicales de sus oyentes, Jeison reconoce que en medio de estas montañas la música guasca, la carrilera y la música parrandera es la preferida, sin embargo, el cacique logró conquistar la escarpada geografía antioqueña y penetrar directamente en los corazones de muchos, incluso en el gusto de cientos de indígenas Embera Chamíes que hoy piden una y otra vez las canciones de Diomedes en la emisora donde trabaja Jeison.

De Karmatarrua a Valledupar

Aunque el corazón de Jeison palpita al ritmo de las canciones de Diomedes Díaz, son muchos, casi mil, los kilómetros que separan a la ciudad de Valledupar del resguardo de Karma Tarrua-Cristianía. Por eso cuando le pregunto sobre sus deseos de conocer a Valledupar la sonrisa le vuelve al rostro.

“claro que me gustaría conocer a Valledupar,  a mí siempre me ha gustado la cultura costeña…uno quisiera ser costeño…pero ya no se puede, me hubiera gustado estar en el entierro de Diomedes en medio de la gente cantando con el alma sus canciones.” contesta en medio de carcajadas.

Las canciones nunca mueren, eso afirma Jeison, por eso mientras pueda seguirá programando la música de su ídolo, de su cacique.

Llegó el momento de despedirnos, la entrevista terminaba, el especial en Chamí Stereo también. Jeison se para de la silla, se acomoda el sombrero vueltiao, aprieta con sus manos la caja del CD de Diomedes y mirando al cielo canta: “compuse ese canto mi amor para que supieras que mi vida entera pertenece a ti, cuando yo nací ya tú eras mi reina”. La canción que más le gusta del repertorio del Cacique de la Junta.

A lo mejor Jeison necesita a su cacique, lo extraña, lo llora,  pero para aliviar la pena están las canciones.

Por Antonio Rodriguez Marenco

*Periodista egresado de la Universidad de Antioquia.

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