Washintong, noviembre 6 de 2024. Aunque los resultados oficiales aún no han sido confirmados, Donald Trump ya se ha autoproclamado vencedor de las elecciones presidenciales de Estados Unidos, desatando un torrente de reacciones, tanto de apoyo como de controversia, por parte de líderes mundiales. A pesar de las dudas sobre la legitimidad de su declaración, varios mandatarios han expresado su respaldo al exmandatario, lo que deja entrever las implicaciones políticas que este posible resultado podría tener en el orden internacional.

Desde el Reino Unido, el primer ministro Keir Starmer ha felicitado a Trump por lo que calificó como una “victoria histórica”, haciendo hincapié en los valores compartidos de «libertad, democracia y empresa» que, según él, unen a ambas naciones. Sin embargo, este entusiasmo parece estar más en línea con el interés de mantener una relación pragmática con Washington que con una genuina admiración por la figura de Trump. Starmer, quien también se enfrenta a la creciente presión interna por la gestión del Brexit, subrayó su intención de reforzar la «relación especial» entre los dos países, especialmente en áreas de tecnología y seguridad, aunque sin dejar de ser consciente de las tensiones previas en estos frentes durante el mandato de Trump.

En el Medio Oriente, la reacción del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, se sumó al apoyo al exmandatario, describiendo la victoria como “la mayor remontada de la historia”. Este apoyo, sin embargo, no es sorprendente, dado el estrecho vínculo que Trump cultivó con Israel durante su mandato, incluida su política pro-israelí y el reconocimiento de Jerusalén como capital de Israel. Netanyahu subrayó la importancia de continuar con la colaboración con Estados Unidos, pero su apoyo refleja más bien una estrategia de continuidad en un contexto geopolítico que sigue siendo extremadamente volátil, con desafíos tanto internos como regionales.

En Asia, el primer ministro indio Narendra Modi también felicitó a Trump, destacando el potencial de colaboración entre ambos países para promover la paz y la prosperidad global. Modi ha mantenido una relación estratégica con Estados Unidos, que podría verse fortalecida si Trump es finalmente confirmado como ganador. Sin embargo, la creciente rivalidad con China, que marca la agenda de Nueva Delhi, plantea dudas sobre si esta relación se basará en una competencia regional o si buscará la estabilidad global a largo plazo.

Finalmente, la postura de Jair Bolsonaro, expresidente de Brasil, resalta la tendencia de algunos líderes populistas de todo el mundo a alinearse con Trump. Bolsonaro calificó al exmandatario como un «guerrero» y sugirió que su posible victoria podría ser un punto de inflexión para los movimientos conservadores globales. Sin embargo, este tipo de comentarios también refleja la polarización interna que persiste en muchos países, incluida Brasil, donde el apoyo a Bolsonaro se ha visto menguado por varias crisis internas.

A medida que se desarrollan los resultados oficiales y se confirma o descarta la proclamación de Trump, es evidente que el escenario internacional sigue siendo incierto. Las reacciones de los líderes mundiales muestran tanto el pragmatismo político como las divisiones ideológicas que caracterizan las relaciones globales en la actualidad. La influencia de Trump, si se concreta su regreso a la Casa Blanca, podría reconfigurar el panorama internacional de maneras profundas y duraderas.


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