Todos los colombianos teníamos los pelos de punta, porque apenas pocos días atrás, el país se había estremecido por la tragedia del Palacio de Justicia, cuando se presentó la catástrofe natural más dolora del país, la avalancha de Armero Tolima. José de la Cruz, no era indiferente a lo ocurrido. A pesar de solo contar con 21 años, también a lo lejos, le dolía la tragedia que observaba por televisión en su casa del barrio Los Fundadores. Pero lo que menos se imaginaba era que la tragedia, ocurrida a cientos de kilómetros de Valledupar, la presenciaría pocas horas después en vivo y en directo.
De La Cruz era un joven voluntario de la Defensa Civil desde que tenía 14 años. Entró al organismo de socorro huyéndole al ambiente inhóspito que por esa época se vivía en el sector donde residía, y que llevaba a muchos adolescentes a enrolarse en grupos delincuenciales. En la Defensa Civil duró 27 años, lo que significa que tiene muchas cosas que contar, la principal, la tragedia de Armero.
El llamado del organismo de socorro ocurrió pocas horas después de que el Nevado del Ruiz hiciera erupción. A su casa llegó el Mayor Miguel Ángel Serrano que coordinaba la Defensa Civil en el Cesar, y quien además de a De La Cruz convocó a 11 personas más, todos muy jóvenes, los cuales durante 27 días permanecieron en la población borrada por el volcán.
El viaje fue por carretera desde Valledupar hasta Mariquita Tolima, no sin antes pasar por Bogotá. Fue una travesía que duró más de 24 horas.
Su arribo a Armero fue a eso de las dos de la tarde dos días después porque primero estuvieron coordinando todo a dos horas de la población afectada por la avalancha.
El primer impacto
Agotados por el viaje, José De La Cruz y sus acompañantes arriban a Armero. Lo que vio al llegar a la población tolimense se quedó por siempre en su memoria. “ Lo que se ve es puro lodo, y los edificios que sobresalen nada más” dice el ex socorrista, quien recuerda que al llegar con una retroexcavadora retiran el lodo permitiendo la circulación de los vehículos de socorro. “ El olor a azufre permaneció casi ocho días, un olor penetrante” anota De La Cruz.
Todo se centraba en Omaira
La tragedia de Armero Tolima a pesar de haber dejado más de 20 mil muertos, tuvo un símbolo que 29 años después prevalece. La imagen de Omaira, la niña de 13 años de edad que murió mientras intentaban rescatarla.
Y allí estuvo el socorrista de Valledupar José De La Cruz, quien luego de haber sido designado para atender heridos en el hospital que había quedado en ruinas, fue enviado al lugar donde se encontraba la joven. “Todo prácticamente estaba centrado en ella” recuerda el ex socorrista, al señalar que ya habían rescatado a muchas personas vivas.
Cuando se quiebra la voz
A lo largo de la entrevista con Tuperfil.Net, José De La Cruz, quien hoy día se dedica a la carnicería, se mostró muy tranquilo, hasta cuando le preguntamos por la impresión que le dio el ver a Omaira. Allí su voz se comienza a quebrar.
Pero nos cuenta que lo que ocurría con Omaira era que cuando la encontraron estaba de rodillas, atascada por una tía que no la dejaba mover. Sobre el cuerpo inerte de la tía había una pared que le impedía el movimiento.
“ Recuerdo que dijo que ahora que salga de aquí voy a salir con la bandera ….(Silencio por el llanto ) …..ella siempre se mostró alegre. Dijo que cuando saliera de ahí iba a salir con la bandera de la victoria” señala José De Cruz quien años después encarna la impotencia del socorrista que daría su vida por salvar la de los demás, pero que en este caso no pudo hacer más.
Trabajo que valió la pena
Los recuerdos de la tragedia de Armero se quedaron para siempre en el corazón del ex socorrista. Hoy casi tres décadas después, con 50 años de edad y retirado de ese trabajo voluntario, dice que su tarea en el Tolima valió la pena por un lado, porque ayudaron a muchas personas, pero siempre quedará la insatisfacción de no haber logrado rescatar a la niña que jamás perdió la fe.
“ Cada noviembre siempre la recuerdo. Uy juepucha la mirada de esa muchacha, que no pudimos hacer nada”.
Crónica
Limedes Molina Urrego
Fotos. Jaider Santana