Son como el agua y el aceite. Néstor Morales, el periodista radial con más influencia actualmente en el país, y el Presidente de la república Gustavo Petro Urrego. No han coincidido en nada. Uno de derecha, tal vez de extrema derecha, y el otro el máximo representante de la izquierda. Uno con el poder del micrófono y el otro con el poder del gobierno. A Morales lo he admirado desde que inició su carrera en la radio bogotana por allá en los años 90. Lo sigo desde el noticiero Contacto en una de las emisoras de William Vinasco.
A Petro lo admiré en el Congreso. Como Senador les dio sopa y seco a sus colegas, poniendo contra las cuerdas a los parapolíticos. Petro se amarró los pantalones y develó muchas verdades, pero también creó muchas mentiras, sin importarle pasar por encima del honor de la gente buena.
Como Periodista Morales ha sido de alguna manera mi referente en calidad, en la puesta en escena, más no como modelo de periodista. De ahí no bajará nadie nunca a Juan Gossaín, un verdadero maestro.
Como Presidente Gustavo Petro nos ha demostrado que es un desastre, que no sabe ejecutar, que solo quiere imponer la pos verdad a peso de polarización y populismo.
Pero por fin, encontré en Néstor Morales y en Gustavo Petro una coincidencia enorme: Animadversión, odio hacia la cultura vallenata. Mientras Morales compara a Omar Geles con Esperanza Gómez, ( no sé en qué cabeza cabe ), Petro ni un trino le dedica al artista que se atrevió a compararlo con Nelson Mandela. ¡Semejante piropo!, salido del corazón de un hombre que sabía de música, pero de seguro de política no.
Mientras la CNN se ocupó de la noticia relacionada con la muerte de Omar Geles, y el Giro de Italia le rinde homenaje al artista, Petro no saca un minuto para por lo menos lamentar la muerte de quien si lo admiró. El odio de estos dos señores, uno periodista y el otro presidente, les brota por las venas.
Así que entre el necio de Morales y el displicente de Petro, que entre el diablo y escoja.