Vendedores y transeúntes que se pasean por los alrededores de la Plaza Alfonso López de Valledupar han sido testigos de los malos olores que allí persisten, todo obedece a que en este lugar se instalan varios habitantes de la calle quienes llevan aproximadamente más de 5 años pidiendo dinero para poder alimentarse.
Ante la problemática que se presenta en el sector, algunas personas han optado por no llegar hasta la plaza, ya que es incómodo que estas personas se los aborden. . Además han perdido el conocimiento y se encuentran cautivos en la droga, tal como lo pudo constatar Tuperfil.Net.
Tanto en el día como en la noche estas personas se sitúan al lado de la Alcaldía de esta municipalidad donde realizan sus necesidades y posteriormente acceden a pedir dinero.
El punto de encuentro de estos habitantes de la calle son las bancas situadas detrás de la tarima Francisco el Hombre. Desde allí atemorizan a quienes se sientan en las bancas a charlar, o tal vez a refrescarse.
Todos los que conversan sobre política, deporte u otro tema de interés aspiran quedarse en el sitio por largas horas, pero es casi imposible hacerlo, porque los malos olores se dispersan y es inevitable continuar con el tema de conversación. En la Plaza Alfonso López se hacen reuniones y celebraciones a fin de mostrar la importancia que tiene esta, la cual ha sido uno de los lugares turísticos más prestigiosos y visitados.
Se mueren de hambre
Un habitante de la calle quien prefirió no revelar su nombre, indicó que en repetidas ocasiones les ha tocado acostarse sin comer, porque hay personas que por su aspecto lo rechazan y discriminan. Es por esto que este prefiere llegar hasta el Mercado Público y buscar las maneras de que se puedan apiadar de él.
Vienen de otras partes
Desde distintas partes de Colombia son procedentes estos habitantes de la calle, ciudades como Bucaramanga, Barranquilla, Cartagena entre otras desde donde son oriundas y por circunstancias de la vida les ha tocado llegar hasta Valledupar para poder subsistir. Aunque buscan un porvenir difícilmente lo encuentran, porque aseguran que no tienen estudio alguno y tienen hijos a los cuales deben alimentar.
Aunque profesan que extrañan cada una de sus regiones, dicen que la violencia acabó con lo que tenían, es por esto que temen a regresar a sus lugares de orígenes.