Declaré en un grupo de watsap, que soy creyente, que soy seguidor de Jesús, pero también soy partidario de la pena de muerte. Inmediatamente alguien se escandalizó con  mi posición. De seguro la calificó de incoherente. Respetable posición, no obstante, también incoherente, si tenemos en cuenta que quien me cuestionó, minutos antes se mostró complaciente con la decisión de un grupo de bestias, de quemar vivo a dos delincuentes en Perú, poco antes de cometer un hurto. ¡De ese tamaño está la doble moral en el mundo!.

Me permito explicar por qué creo válida la pena de muerte. Antes les cuento: la tendencia general es a confundir justicia con venganza. Creemos que el delincuente cuando es sorprendido en flagrancia deberíamos darle muerte o someterlo a linchamiento de manera inmediata sin esperar el actuar de la policía y posteriormente de los jueces.

Pero la verdad, es que esa práctica se llama venganza, no justicia.

Justicia es garantizarle al delincuente, o presunto delincuente, un debido proceso. Capturarlo, entregarlo al aparato judicial, condenarlo y por último castigarlo si amerita. Ni en Perú donde ocurrió el hecho de marras, ni en Colombia, existe la pena de muerte aún.

Lo otro, capturarlo, lincharlo y matarlo, se llama venganza, lo cual nos pone como ciudadanos al mismo nivel del delincuente. Pasamos de ser víctima a victimario de manera inmediata. Nos rebajamos a tal punto, que ahora es la justicia, la que deberá actuar en muestra contra.

¡Claro, como usted nunca ha sufrido una tragedia, la muerte de un hijo, o tal cosa, por eso opina así!, me escribió alguien. Tiene razón, yo no he pasado por tragedias de ese tipo, y confío en Dios en no tener que pasar por ahí algún día. Pero, ¿qué saben esos que opinan que otras cosas no hemos pasado, y por ende qué nos ha tocado perdonar?.

Y aunque insisto, creo que la pena de muerte es una opción legal, entiendo que en un país con tanta corrupción como el nuestro, no estamos preparados para aplicarla, porque podrían cometerse muchas injusticias, peores que los linchamientos.

Y aunque creo en la pena de muerte, también creo que hay un Dios que aunque sabe aplicar justicia, y es dueño de la venganza, ha preferido la gracia, que consiste en perdonarnos a todos a pesar de que todos merecemos la pena de muerte.

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