Bien temprano un oyente me reclama el por qué no hablamos de determinada noticia. No es solo un reclamo, es un reto. No es el primer oyente que hace esto, ni de seguro será el último.
Con el respeto que se merece la audiencia, quiero compartir con ustedes un poco de pedagogía al respecto. Al fin de cuentas, con mucha humildad lo digo, es en lo único que me creo experto.
Cada medio de comunicación sigue una agenda informativa, y no necesariamente por intereses particulares. Es imposible que un solo medio de comunicación se entere de todo lo que ocurre en un territorio. Es lo que a veces llamamos chiva, o exclusiva, algo que por cierto, se ha ido perdiendo en los medios de comunicación por aquella camaradería que existe entre los reporteros, de cubrir los hechos juntos cometiendo el error a veces de dar el mismo enfoque a una determinada noticia.
Ahora bien, la ventaja para las audiencias es que la oferta es amplia. Radios muchas, periódicos ni se diga, canales de televisión, redes sociales, portales informativos y hasta líderes comunitarios haciendo la tarea de informar y a veces, mal informar.
No se imaginan ustedes como a nosotros, nos toca salir a corregir los errores cometidos por las redes sociales, que en su afán de la chiva, con dedos veloces, informan muchas veces mal. Constatar, corroborar, contrastar, es un ejercicio diario del serio periodismo, pero en estos tiempos digitales, esto es un ritual diario más frecuente.
Por cierto, medios tradicionales y serios como este, no pueden darse el lujo de sujetarse a la agenda que quieren por medio de las tendencias, imponer las redes sociales. Si llegare a ocurrir, ahí sí, ¡apague y vámonos!.
