Cuando fue decretada la cuarentena por parte del gobierno del Presidente Iván Duque, Johana Cecilia Carrilllo de 40 años de edad debió encerrarse en la pieza en la que vivía. Allí, al lado de la Fundación del Festival Vallenato, Johana pagaba 250 mil pesos mensuales, pero al cabo de 4 meses y con una deuda de un millón de pesos, fue lanzada a la calle por parte de Nando, el adulto mayor que también intenta sobrevivir de su arriendo, cosa que esta mujer con toda la humildad que la caracteriza, entiende.

Desde entonces se refugió debajo de una carpa a orillas del río Guatapuri en el balneario Hurtado. Se trata de la carpa que en el día funciona como venta de bebidas cuando sus propietarios pueden ejercer la actividad, y en la noche es el refugió de esta humilde mujer y tres de sus cuatro hijos.

El baño de Johana y sus pequeños es la maleza que está alrededor del balneario, y la ducha, las frías aguas del río Guatapurí. Come lo poco que le da la gente, y hasta los agentes de la Policía que dicen entenderla por lo que se han abstenido de sacarla de ese lugar.

Curiosamente, Johana es descendiente de la etnia indígena kankuama, la misma que por estos días tiene serias diferencias internas entre sus líderes por asuntos políticos.

Mientras allá arriba en la nevada se sacan trapitos al sol, Johana espera que el gobierno municipal les ayude a rehacer su vida, o por lo menos, a dignificar un poco más su existencia.

Entrevista completa a Johana

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