Cuando la Penitenciaría de Alta y Mediana Seguridad de Valledupar fue construida por allá en el año dos mil, los habitantes del barrio Dangond, saltaron de júbilo. Había llegado a su fin, por fin, la Cárcel Judicial que tantos dolores de cabeza les venía causando ese penal en su sector.
Pero la desilusión no se hizo esperar, cuando el entonces Presidente Andrés Pastrana Arango, nos dejó claro que La Tramacúa como comenzó a ser llamada jocosamente, era para condenados y presos de alta peligrosidad. Así se esfumó el sueño de la gente del Dangond, quienes desde hace 24 años siguen escuchando promesas de candidato que va, candidato que viene para demoler a la Judicial, convertirla en un parque y ubicar a los allí privados de la libertad, en la Tramacúa.
Estuve hace dos días en ese penal, que se ha convertido ya en un mitico sitio. Tantas historias se han tejido al interior de La Tramacúa, tanto llanto, tanto dolor, y alegría de quienes recuperan después de mucho tiempo su libertad.
¿ Y saben con quienes me encontré al interior del penal?. Con ex guerrilleros, ex paramilitares, asesinos, violadores y asesinos de niños, estafadores, atracadores, peligrosos delincuentes que están a buen recaudo, pero por encima de todo, con seres humanos que han llorado, que se han arrepentido, y que queman el tiempo en actividades como la ebanistería, la ornamentación, la talla de madera, la operación de maquinaria para hacer prendas de vestir. De hecho La Tramacúa surte de uniformes a todos los penales de la costa caribe colombiana. El trabajo dignifica el hombre, dijo alguien, y sí que lo hace al interior de este penal.
Muchos de los condenados, completan más de 10 años y hasta 20 allí recluidos, y muchos saben que cuando salgan – si es que lo logran – serán unos ancianos. Pero verlos hoy ocupando su mente, redimiendo su pena, hablando, tomando del pelo, dialogando, estudiando, me llenó de esperanza, y me hizo creer una vez más, que las segundas oportunidades sí existen.
No aflojen señores, serán libres siempre y cuando no se dejen encarcelar los sueños.