No nos cabe la menor duda de que tenemos como presidente a alguien que quiere ser un líder mundial. Quiere salvar al planeta acabando con la extracción del carbón y del petróleo. Rompió relaciones con Israel para acabar con la guerra de ese país con el grupo Hamas, y ahora le peló los dientes a Estados Unidos y le impuso aranceles del 50 por ciento a las importaciones de ese país.
Pero una cosa es querer ser y otra cosa es serlo. Gustavo Petro no es un líder mundial, está lejos de eso. Lo que es un rebelde sin causa y sin bases para su rebeldía. Enfrentarse a Estados Unidos, a su homologo Donald Trump, es la pelea de un tigre con burro amarrao y afortunadamente al final lo entendió. ¿Quién estuvo detrás de esta reculada de Petro?. Se dice que el embajador de Colombia en Estados Unidos y el Canciller fueron los responsables de hacerlos este milagrito. Ellos tuvieron la paciencia de lidiar hasta altas horas de la noche, a un caprichoso jefe que se cree el ombligo del mundo.
Petro por fin aceptó que le sacaran la calculadora y le hicieran las cuentas que él no había calculado cuando cogió su celular – como sería para que se lo quiten de las manos – y ordenó que no se permitiera el arribo del avión con migrantes a Colombia.
Banano, café, flores – a pocos días del San Valentín – petróleo, manufacturas, y mucho más, son los productos que tienen mercado en Estados Unidos, un país con el que llevábamos más de cien años de buenas relaciones, pero que un caprichoso presidente, quiso mandar a la basura.
La debacle económica propiciada por Petro pegó en el palo. Pero por favor, quítenle el celular al presidente, no vaya ser que intente un auto gol de nuevo.