Por allá en el siglo nueve, los chinos descubrieron que mezclando azufre, carbón vegetal y salitre ( nitrato de potasio), daba como resultado la pólvora. Se destinó desde entonces a actividades mineras y en la guerra. Por estos lados, hicimos énfasis en esas dos áreas y en la diversión, especialmente en la navidad.
La verdad no sé de donde sacamos la costumbre de usar pólvora en época decembrina. Que se sepa, cuando nació Jesús en un pesebre en Belén no sonaron los totes, ni el traqui traki, ni se lanzaron cohetes mucho menos había mata burros, los únicos asnos que hacían su aparición eran los que vieron el nacimiento del salvador. El cielo no necesitaba eso, porque había fiesta en el cielo solo con saber que había llegado el Mesías.
Pero a la tradición le agregamos nuevas costumbres que se terminan convirtiendo en parte de nuestras manifestaciones culturales. Así introducimos la pólvora en las festividades del acontecimiento más importante de la humanidad. Pero con esta bendita costumbre, llegaron las tragedias, niños quemados, mutilados. Un comercio que en la clandestinidad crece y crece. Un comercio que se alimenta de la indolencia de los mayoristas y de los minoristas que no les importa causarles daño a sus vecinos.
¿Dónde están los padres para proteger a sus hijos del uso de la pólvora? ¿Quién se atreve a denunciar la venta de pólvora en su sector?
Recuerde que la pólvora a pesar de ser una invención asiática, las tragedias que producen no son un cuento chino.
