Osmen
Osmen Wiston Ospino Zárate, columnista.

La sociología es una ciencia social que por excelencia trata los temas que tienen que ver con la sociedad en sí. La Sociología tiene como objeto de estudio al hombre; a la sociedad humana, estructurada mediante el conglomerado de individuos que entran en constante interacción: de producción, de comunicación, de comprensión, de solidaridad, de división del trabajo, de sumisión, etc. Profundiza en los problemas y dilemas del ser humano hasta el punto de que sus investigaciones cuestionan lineamientos teóricos de las demás Ciencias sociales.

Por otra parte la música vallenata es por excelencia una revelación lingüística centrada en la función poética y narracional de nuestro idioma y nuestros dialectos. Es una serie de manifestaciones que permiten comprender algunas de las funciones de la lengua, sino que se encarga también de contar la vida del hombre, sus vicisitudes, sus locuras, sentimientos, emociones; la esencia de la vida y de la muerte, y por supuesto, todo lo que determina la fuerza de su carácter y su formación humana.

La sociología en relación con la música vallenata es entonces un entramado conceptual, complejo y heterogéneo en el que coinciden algunos (por no decir todos) de los grandes temas atinentes a las Ciencias humanas, en donde se configura el espacio crítico más abiertamente vinculado a los juicios filosóficos (a veces) e ideológicos (pocas veces). Indica esto que la Sociología le confiere al texto literario vallenato (no sé si es posible acuñar tal concepto) dos posibilidades básicas de estudio: el primero es un sitio de encuentro definido por la sociedad en donde la música vallenata se crea, se configura, se comprende, se re-significa y se interpreta. Es decir, las relaciones que el autor de la canción vallenata teje con sus usuarios fuera y antes del texto que le da vida.

Este aspecto está condicionado por la capacidad de comprensión de los usuarios de éstas canciones que la sociedad tiene, por el porcentaje de análisis que esos oidores (algunos se autodenominan: diomedistas, silvestristas, piteristas, etc.) hacen del contenido y por los diversos sentidos que son capaces de construir alrededor de las letras de la canción degustada. Incluso, por la agudeza de las mediaciones y prácticas que de una u otra manera esa sociedad pueda elaborar y ejercer sobre la canción vallenata que se repite insistentemente en todas las parrandas de la comarca. El segundo aspecto es de naturaleza sociocrítica, pues le da relevancia a todos los factores internos que constituyen el texto literario vallenato (no sé si es preciso el término), su relación lingüística y los sentidos que de él se derivan.

Es por eso que algunos vallenatólogos creen que la canción vallenata nueva (me cuentan que se llama “Nueva ola”) se recibe y se juzga no sólo por contraste con un segundo plano de otras formas artísticas (¿resisten esas canciones vallenatas de hoy una mísera comparación con otras expresiones artísticas? Me pregunto.), sino también en relación con el segundo plano de la vida cotidiana. De esta manera la canción vallenata no puede ser estudiada por fuera de la sociedad en la cual enmarca sus historias, sus discursos y sus formas de percibir el mundo. Más bien ese elemento cotidiano es el que valida sus posturas y contenidos de cara a las informaciones que pueda generar frente al pacto social que suscribe con sus fanáticos (así se hacen llamar a veces).

Un pacto social polifónico y significativo que va más allá de la suma de palabras, saludos, versos, vulgaridades y ficciones que encarna la canción vallenata en sí. La sociología cree que la estructura de las canciones vallenatas, por ejemplo, es una réplica subjetiva y caricaturesca pero válida de las estructuras sociales y los sistemas ideológicos de la época en el que la canción aparece y re-aparece.

Es la canción vallenata un documento histórico que incorpora e involucra no solo la historia de los hechos que sucedieron, sino que imagina desde la mascarización una suerte de sentimientos, emociones y pensamientos que configuran un testimonio férreo y contundente sobre la cosmovisión del hombre que en sí mismo constituye la música vallenata en calidad de hecho social.

Es importante decir también que la música vallenata y sus elementos dramáticos o trágicos se convirtieron en las herramientas predilectas de reconocimiento social y económico de los adinerados de todas las épocas, y sin duda alguna, hoy por hoy, estos rasgos son observados con gran alborozo por gran parte de la masa poblacional que consume ese bien simbólico y multitudinario que se llama televisión. Ser saludado por el grupo vallenato de moda era y sigue siendo, por encima del sentimiento de la amistad o la gratitud, una transacción oscura prostituida por el dinero o el afán desmedido por el culto a la figuración personal.

Fundamentalmente creo importante plantear un estudio minucioso del texto literario vallenato desde el contexto en el cual la canción vallenata impacta a los usuarios que la comprenden. De esa manera confronta el enfoque sociocrítico que orienta sus postulados hacia la revisión profunda de las redes de sentido y las conexiones internas que explican la función lingüística y ficcional de la canción vallenata.

Se puede afirmar que la Sociología más allá de su condición de ciencia, disciplina o estudio es una actividad lingüística y una actividad social que se desarrolla en mayor o menor medida en el contexto de la obra literaria vallenata.

Podría denominarse también como una mediación prolongada (la que hace la Sociología) acerca del fenómeno literario de las canciones vallenatas y los intereses sociales que de él se desglosan. Incluso, al momento de confrontar el suceso sociológico con el sociocrítico, habría que mirar con lupa los lugares comunes del sujeto ideológico y el sujeto psíquico que se materializan en el acto literario que pervive en las canciones vallenatas. O, definir, la cercanía confirmada, o la lejanía incierta que cohabitan al interior de las demás Ciencias sociales de las cuales se nutre (en algunas ocasiones) la canción vallenata en su quehacer cotidiano y comercial.

De esas convergencias y divergencias que las investigaciones postulan aflora una frase común para tal discusión: es pertinente seguir interrogándonos sobre la posibilidad de que pueda existir el fenómeno literario en las canciones vallenatas por fuera del espacio social. O, que podamos hablar de sociedad sin que la música vallenata haya sido (y de hecho lo es) el instrumento más efectivo para contar cómo, cuándo, porqué, quién o quiénes son los verdaderos testigos de esa sociedad vallenata y las variadas formas en que se ha construido y re-construido a través del tiempo.

Osmen Wiston Ospino Zárate
Pedagogo:Normal Marina Ariza Santiago
Licenciado en Administración Educativa: Universidad San Buenaventura
Especialista en Metodologías del Español y la literatura: Universidad de Pamplona
Especialista en Educación con enfasis en evaluación educativa:Universidad Santo Tomás.
Diplomado en Políticas educativas públicas: Universidad Pedagógica Nacional.

Diplomado en Investigación Socio-jurídica: Fundación Universitaria del Área Andina.

Diplomado en Docencia Universitaria: Convenio INFOTEP-Escuela de Minería de la Guajira – EMG.

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