El Tigre es una vereda ubicada en las estribaciones de la Serranía del Perijá. Para llegar a ella, hay que durar una hora subiendo, eso sí, en un vehículo que aguante el trajín que significa recorrer una trocha empinada desde la cabecera municipal de Curumaní hasta donde el viento parece encontrarse con las montañas.
Allá tan lejos llegaron los grupos guerrilleros y después los paramilitares a sembrar la violencia, que un día se fue pero dejó una estela de pobreza.
Esa pobreza se evidencia en el estado de la vía , si es que se le puede llamar así. Son 28.47 kilómetros de martirio, pero necesarios recorrerlos si se quiere bajar a Curumaní a vender el café que se produce en la región, o a buscar víveres que los campesinos necesitan en las veredas.
Pero este trayecto no se puede hacer a diario. Los campesinos que residen en El Tigre o en cualquiera de las veredas ubicadas en la zona, bajan una o dos veces al mes a la cabecera municipal. A parte del estado de la vía, el costo del pasaje los detiene. Son entre 25 y 60 mil pesos que cobra por persona una moto para llegar a la región; en carro si es expreso, vale mucho más.
No obstante las cosas parece que cambiarán en poco tiempo. Así se puede observar en la misma vía, donde ya se encuentran máquinas y hombres trabajando en la construcción de la carretera. En ella el gobierno departamental en cabeza de Luis Alberto Monsalvo invierte 27 mil 108 millones de pesos, lo que permitirá reducir la duración del viaje a la zona a 30 o 40 minutos.
Hasta El Tigre llegó el mandatario seccional para oficializar la obra, pero además para ponerse de acuerdo en torno de proyectos como electrificación rural, salud y educación, cosas mínimas que los campesinos requieren pero que no tienen hoy día por el abandono histórico en el que se encontraban.
