El desplome del techo en una casa campo en Valledupar, ha sido la causante de una verdadera tragedia. Una niña de 13 años y una joven de 22 perdieron la vida, al caerle la pesada estructura. ¿Se imaginan el dolor que tienen esas dos familias?.
Les confieso que cuando me enteré de la tragedia, lo primero que imaginé es que había ocurrido en uno de esos bacanales que se arman en algunas casas campo. Fui prejuicioso, y me ha dolido en el alma haberlo sido. No señores, el hecho ocurrió en un matrimonio, en una ceremonia donde dos personas decidieron honrar a Dios a través del sagrado vinculo que los une hasta que la muerte los separe. Estaban rodeados de amigos y familiares que estaban felices de haber sido invitados a ese acto de honrar al Creador. Lo que nunca se imaginaron es que todo esto terminaría en tragedia.
¿Qué se puede decir en estos casos?. Solo se me ocurre lo siguiente: Dios es soberano y hace como quiere. Y agrego, a los que aman a Dios todas las cosas les ayudan para bien.
No sabemos el por qué, pero de seguro estas familias que viven este tremendo dolor que les desgarra el alma, pronto conocerán el para qué Dios permitió esta tragedia.
Ahora bien, que por lo menos este hecho trágico, sirva para que de verdad se tomen medidas que eviten casos como estos. Lo de los bacanales en estos sitios no es mentira. Sin ánimo de estigmatizar estos lugares, es bien sabido que hace mucho tiempo ocurren cosas allí que no deberían estar ocurriendo. Y las principales víctimas son la niñez, los jóvenes de nuestra sociedad. Hoy es la caída de un techo la que pone en la lupa de todos estos lugares, pero más de una tragedia se puede estar fraguando en la vida de personas que asisten a ciertos eventos, donde hay de todo, menos control.
Y sí, es urgente revisar como están las estructuras de casas campo, de discotecas, de tabernas, donde la rumba es lo primero, pero la prevención puede que no esté a tono con la normatividad.
Que no vuelva a ocurrir una tragedia como esta.