La Biblia dice en Génesis 1: 28. » Creced y multiplicaos, y llenad la tierra….» . No obstante la sociedad actual ha venido cambiando en ese sentido, y ahora planificar es lo recomendable, porque aunque donde come uno, comen dos, y donde comen dos comen cuatro, de seguro comen menos.
El dicho popular tuvo sin cuidado a Germán Santana y a su esposa Amanda Ayala, quienes decidieron mejor creerle a la Biblia, y se tomaron en serio eso de «!Multiplicaos¡.
Se casaron cuando apenas tenían cada uno 20 años, y aunque según ellos no se lo esperaban, a los quince días en plena luna de miel, ya estaban esperando a su primer hijo. Treinta y un años después, la cuanta va en once. La mayor tiene 30 años y el menor solo 7; con él se «cerró la fabrica», eso si, de manera natural, porque los anticonceptivos no es que fueran muy populares en casa de los Santana Ayala.
Ellos fueron una de las 10 parejas que acaban de recibir una distinción por parte de la Administración Municipal de Valledupar por ser familias ejemplo. Lo curioso es que dentro de los que recibieron reconocimiento, hay parejas que llevan hasta más de medio siglo de casados. Son nacidos en esos tiempos en los cuales tener hijos era la meta, por lo que la aljaba se llenaba al tope. Germán y Amanda, con solo 51 años, superaron en número de hijos a los veteranos.
Y ¿cómo lo hicieron?. No como hicieron para fabricarlos – la respuesta es obvia -, la pregunta es ¿cómo hicieron para lograr sacar adelante a semejante batallón?, les preguntamos. Con una amplia sonrisa en sus labios, Germán contestó que «» Con Dios todo es posible».

Y aunque a los quince días de casados ya estaban esperando a su primer retoño, no todo fue felicidad para ellos. Unos tres años después de casados, cuando la familia ya era grande en número, llegó lo temido. «El amor con el que nos casamos se acabó» dice Germán al recordar esos momentos de crisis cuando creyeron que hasta allí había llegado su historia como familia. Pero Dios tenía otros planes. A decir de Amanda, fue cuando conocieron de Dios, y comenzaron a congregarse en la iglesia católica.

Solo eso, la fe, puede explicar cómo han hecho, especialmente ella que ha permanecido mucho tiempo en casa, para tener la suficiente paciencia de criar a once muchachos sin salirse de casillas, pues al fin de cuentas es común observar a mujeres que con un solo hijo están al borde de la locura. » Igualmente uno, se desespera con uno, que con once » asegura Amanda.
Los nietos.
En la mesa de los Santana Ayala hay 13 puestos. Él y ella en cada punta de la mesa, y alrededor los 11 hijos que Dios les dio. No obstante a la mesa hay necesidad a veces de agregarles más puestos, no porque vengan más hijos. » Le sumamos puestos con sillas rimax, cuando llegan los nietos y los yernos» dice Amanda. Son tres los nietos, hijos de la mayor de todos, quien al parecer tiene los planes de seguirle el ejemplo a su mamá. » Ella se lo está planteando, en la voluntad de Dios todo es posible» señala Amanda.
Donde come uno, comen 11
Y volviendo al refrán, citándolo le hicimos la última pregunta a Germán:
Donde come uno, comen dos, donde comen dos comen tres, donde comen tres comen cuatro; pero donde comen 4….. ¿ comen once?.
La respuesta fue contundente, digna de un hombre seguro y de fe. » Sí, y a veces se dan el lujo de pedir lo que quieren, aunque existan momentos en los que a todos les toque comer solo lentejas».
Por Limedes Molina Urrego
Para Tuperfil.Net