Bladimiro Junior Córdoba Hernández de 25 años, está recluido en una habitación del Hospital Rosario Pumarejo de López en donde pasará una larga temporada para recuperarse física y mentalmente de una tragedia que vivió en Venezuela.
Acompañado de su padre, Córdoba Hernández narra la historia desde el 18 de junio pasado en su actividad de mototaxista decidió hacer una carrera hasta el kilómetro 25 vía Perijá en el Estado de Zulia, municipio Enrique Lozada. “Cuando llegue, era una finca, salieron 4 hombres armados y uno me disparó en el brazo izquierdo y otro tiro en el derecho”, dijo.
No explicó los detalles de cómo llegó al Hospital General de Zulia en donde estuvo 11 días, pero recuerda el deterioro paulatino de su salud en ese centro asistencial en donde asegura, no hay trato humano. “La atención en los hospitales es mala, no atienden, no hay medicinas, negligencia médica, dejan morir a los pacientes, los dejan sufrir”, agregó Bladimiro.
No soportó más y por voluntad propia y valiéndose de sus fuerzas abandono el hospital y tomó un vehículo particular. “Yo decidí venirme desde Maracaibo hasta Maicao y de allí cogí otro taxi hasta este hospital, completamente solo, con el brazo muerto”, dice.
Al llegar a Valledupar, en el Hospital Rosario Pumarejo de López sintió estar en su propia casa. Mientras muchos pacientes en la capital del Cesar, de clínicas u hospitales reniegan de la terrible situación del sistema de salud colombiano. Por el paso fronterizo de Cúcuta transitaron miles de venezolanos en busca de alimentos, medicinas, que no se consiguen en el vecino país. La situación empeora, dice Bladimiro.
“Cuatro días después me amputaron el brazo izquierdo y me salvaron el derecho. Ahora esperare recuperarme”, finalizó. Su padre miraba a los periodistas con recelo en un extremo de la cama, decía que veníamos a hacer dinero. La desconfianza reina entre la familia por las difíciles situaciones que han tenido que vivir, aun hoy como habitantes del barrio Nuevo Milenio.
Bladimiro Junior dejó 4 hijas en Venezuela en compañía de los familiares maternos, así como sus pertenencias. Pidió a los medios de comunicación local, con acento venezolano y emocionalmente afectado, no publicar su rostro pero contar su historia.