Francisco Gutiérrez Sanín, cuenta que, “durante la campaña presidencial gringa de 1992 uno de los estrategas de Clinton acuñó la frase: “es la economía, estúpido”. Sentencia similar podría enunciarse sobre el proceso de paz colombiano en curso. Se trata también del Estado: de su reconstrucción, fortalecimiento y viabilidad”. La anterior sentencia puede usarse de igual manera para el resultado obtenido por la Selección colombiana de fútbol en la Copa América de Chile. Sólo se ha de cambiar la palabra “Estado” por el término “goles”.

Empecemos por decir que la Selección Colombia en la era Pekerman se ha sustentado en la exagerada euforia de la hinchada, se ha soportado en una publicidad descomunal y en una propaganda excesiva que por momentos nos hace pensar que somos superiores a Brasil, que ha tejido sin tanta algarabía 5 títulos del mundo en su camiseta.

Los medios masivos de comunicación, Bedoya (Presidente de FEDEFÚTBOL) y José Pekerman (Director técnico) han diseñado un discurso insubstancial, fracasado y poco creíble, que se justifica con las siguientes frases: “el rival es una gran selección, hicimos un esfuerzo muy grande, no nos pudimos acomodar nunca a las circunstancias del partido y nos sentimos orgullosos de nuestros jugadores”. Palabras bonitas, pero insulsas, vacías, pueriles, frívolas, de cajón.

Para Alejandro Martínez, con respecto a la actividad propagandística que hacen los medios masivos de comunicación, pagados por entidades que se benefician de tal alboroto publicitario, “la humanidad despertó al poder de los medios masivos de comunicación con la Alemania nazi, cuando Hitler y Goebbels recrearon y explotaron la conciencia tribal a través de la radio –revelando que los programas de medios podrían programar a las masas”.

¿Qué empresas o qué intereses económicos o políticos están detrás de semejante algazara alrededor de un equipo que nunca ha ganado nada y que pocas veces juega bien? ¿Quién diseña y con qué objetivos se hace tan desproporcionado despliegue logístico para consensuar apoyos para un seleccionado cuyo verbo favorito es perder? Un onceno que jugó 4 partidos y marcó 1 mísero gol. Un equipo que lo clasificó a cuartos de final Brasil y jamás jugó bien en ningún tramo de la competencia continental. Es un hecho visible y cada vez más relevante, nuestra   Selección tiene una excelente maquinaria mediática y un discurso ataviado de justificaciones que títulos a mostrar.

Bernays en su libro Propaganda afirma que, “quizás no sea desmedido decir que en la actualidad los medios masivos de comunicación (Televisión, Radio, Internet, Prensa escrita) se han fundido con la publicidad (camisetas, vallas, programas, jingles, etc.) y con las empresas (RCN, CARACOL, FUTBOLRED, EL TIEMPO, etc.), al punto que las pautas publicitarias se convierten en patrones de conducta de los grupos humanos (la ola amarilla y las caravanas)”.

En ese orden de ideas los medios masivos de comunicación publicitan un producto (Selección Colombia) que permite  la venta de todos los demás productos (Cervezas, créditos, vehículos, camisetas, tiquetes, etc.): una forma de vida donde el consumo incesante de productos es aceptado porque, consciente o inconscientemente, está asociado con la satisfacción de nuestros deseos. Por ello deseamos que James Rodríguez juegue como en Europa, como si en la Selección Colombia hubiese un Lionel Messi o Un Cristiano Ronaldo.

Más que ventas de camisetas y la exacerbación de un patriotismo veintijuliero en las calles del país necesitamos jugadores que marquen goles. Las grandes gestas del fútbol se tejen alrededor de los goles de Pelé, Romario, Ronaldo, Paolo Rossi o Mario Kempes. Se necesitan menos ruedas de prensas lastimeras y más títulos para construir una dignidad real, sin tricolores politiqueros, sin excusas endémicas.

Son los goles, estúpido. Porque sin ellos el fútbol fuese una anodina conversación de señoras frente a un té por la tarde. Por eso las canchas tienen arcos por donde penetran los goles. Porque si no el juego se convertiría en un partido de ajedrez sin jaque mate. Por ello los aficionados del fútbol festejan a rabiar un caño irreverente, un sombrerito exultante, una chilena fantástica, una triangulación maravillosa, una tijera espectacular, una posesión increíble, pero si toda esa expresión estética no culmina en gol, se ha de denominar frustración.

Son los goles, estúpido. Y que yo sepa los comentaristas de ESPN, de FOX, de RCN, de MARCA o de FUTBOLRED no hacen goles justificando con todo un acervo de argumentos inocuos la mediocridad de un proceso prolongado y sin resultados.

También se sabe que Jota Mario Valencia y toda la pléyade de presentadores, periodistas, cronistas, artistas, políticos, los hinchas que viajaron a Chile y hasta el transeúnte común y corriente no marcan goles. Por supuesto, eso hay que decirlo, le ayudan poco a la modelación de un imaginario colectivo racional y decente que pueda interpretar con serenidad el nivel futbolístico real del Seleccionado de fútbol.

Kephas en su ensayo Escritores del cielo reitera que “la modelación del imaginario colectivo, el diseño de paradigmas psicoculturales, la estimulación estratégica de conductas y patrones de pensamiento, todo esto es parte de lo que las grandes corporaciones mediáticas eventualmente canjean por el capital del que se alimentan: dinero, tiempo y energía”. En ese sentido es importante enfatizar en que la misión que los grandes medios se han autoimpuesto no responde simplemente a un fenómeno de sombría abstracción, sino que, los beneficios que su manipulación les reditúa, corresponden directa y eficazmente con una serie de intereses concretos que, en suma, dan vida a una sofisticada agenda.

Dicho de otra manera el trípode perverso conformado por los Medios masivos de comunicación, empresas y la Selección Colombia tienen como función principal construir oleajes de patriotismo, acrecentamiento de los logros de nuestros futbolistas y disminuir el impacto semántico de la palabra fracaso en relación a los resultados obtenidos por el entrenador argentino. Por tanto más tarde que temprano el concepto de frustración aparece con su equipaje de desgracias para desinflar la inmensa burbuja que se torna insostenible.

Como siempre ha ocurrido finaliza otra Copa América en donde los medios masivos de comunicación nos vendieron una concepción de Selección Colombia favorita, arrolladora y contundente. La manipulación fue descomunal y la frustración enorme. Pero los manipuladores de la realidad se saben poseedores de un sistema que controla al mismo tiempo la maquinaria patológica y el jardín medicinal. Crean las emociones, las controlan, las frustraciones aparecen, las dejan desparramar por todo el imaginario colectivo nacional y las ganancias continúan.

Sin goles no hay fútbol, son los goles, entonces, estúpido.

 

Osmen Wiston Ospino Zárate
Pedagogo:Normal Marina Ariza Santiago
Licenciado en Administración Educativa: Universidad San Buenaventura
Especialista en Metodologías del Español y la literatura: Universidad de Pamplona
Especialista en Educación con enfasis en evaluación educativa:Universidad Santo Tomás.
Diplomado en Políticas educativas públicas: Universidad Pedagógica Nacional.

Diplomado en Investigación Socio-jurídica: Fundación Universitaria del Área Andina.

Diplomado en Docencia Universitaria: Convenio INFOTEP-Escuela de Minería de la Guajira – EMG.

 

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