La situación carcelaria en el Departamento vienen dando de qué hablar en los últimos años y recientemente, las fugas de presos, intervención de los organismos de control por maltratos y necesidades básicas insatisfechas al interior de los centros penitenciarios, están agotando la paciencia a la opinión pública.
Los hechos pueden tener ejemplos como el de Jeiner Calvo, quien fue atendido la mañana de este miércoles en el Hospital Rosario Pumarejo de López con una profunda puñalada en el muslo izquierdo.
Al recluso lo atacó, según su versión, un recluso que goza de respeto en el patio por parte de la población, considerado el ‘jefe del patio 4’, quien consideró que tenía que cobrarle a puñaladas por el resultado de una pelea anterior con otro recluso. Los hechos ocurrieron la noche del pasado martes en la Cárcel Judicial de Valledupar, en donde están recluidos más de 1500 hombres y alrededor de 130 mujeres: es el segundo mayor hacinamiento en la región después del que hay en la cárcel de Riohacha, La Guajira.
Tres puntos de sutura y otros procedimientos médicos recibió el recluso, esposado en una de las camas de la sala de urgencias del Hospital, custodiado por dos guardianes del Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario, Inpec.
Son muchas las situaciones las que se viven dentro de los pabellones de las cárceles de Valledupar y el Cesar, sin que mucho de esto se conozca por la opinión pública. “Recordemos que el año pasado en la Jagua de Ibirico perecieron quemados dos jóvenes reclusos en una inspección de policía”, dijo Omar Contreras Socarrás, Defensor del Pueblo, refiriéndose a los riesgos de los internos al interior de los centros de reclusión.
Dentro de las cárceles parece haber entre los reclusos ‘gobiernos y mandatarios’ que hacen muestras irónicas de justicia y orden en la población presidiaria y los organismos de control conocen esta situación