La muerte de un patrullero de la Policía y la de un presunto delincuente en el barrio Pupo de Valledupar, es una muestra más de que la delincuencia sigue apoderada del sector. Históricamente el barrio ha sido refugio de delincuentes, a pesar de que la mayoría de la comunidad está compuesta por gente buena y trabajadora.
» No hay un año en el que no maten a alguien aquí en el Pupo» dijo a Tuperfil.Net un vecino del sector, quien pidió mantener el reserva su identidad. Y es que tiene la razón, el Pupo es uno de los barrios más antiguos de la comuna 4, pero en donde ocurren muchos hechos delictivos.
Precisamente a pocos metros donde el fin de semana fue asesinado el patrullero Luis alfredo Nuñez Trillos de 27 años de edad y de un presunto atracador, queda ubicado El Caserolo, un establecimiento comercial donde se han presentado muchos asesinatos. Uno de esos hechos ocurrió hace aproximadamente 5 años, cuando un sicario dio muerte a tres hombres cuando se encontraban en ese sitio consumiendo licor.
El entorno del Caserolo, ubicado sobre la avenida Los Militares no es el mejor. Frente a este mismo local comercial, se colocan de lado y lado, los jóvenes que lavan carros y motos a la orilla de la acequia de La Popa. » Pero ahí se camuflan lavando carro, lo que hacen es vender y consumir droga» dice una señora que a diario se moviliza por el sector presa del miedo.

Este año, una pelea protagonizada por dos sujetos en el sector de la acequia ingresaron peleando a la iglesia cristiana Nueva Jerusalem, y por poco ocasionan una tragedia en momentos que los feligreses se encontraban desarrollando uno de sus cultos.
Curiosamente durante el gobierno de Luis Fabián Fernández, el entonces secretario de gobierno municipal Rober Romero Ramírez hizo cumplir una acción popular que obligaba a desalojar a los lavadores de vehículos de la zona, no obstante a pesar de que se llevó a cabo el operativo, un día después aparecieron en sus «puestos de trabajo» esos a los que se les sindica de vender y consumir alucinógenos. Nada más ha pasado con ellos, siguen ahí como si nada.
Y como si fuera poco, ahora es imposible transitar por la entrada al barrio El Progreso ubicado precisamente a orillas de la mencionada acequia. Todas las noches un grupo de jóvenes se reúnen en el puente principal, lo que para muchos no es más que el comienzo de una nueva pandilla.
Habitantes del Pupo, Cicerón Maestre y Progreso, piden que las autoridades vuelven sus ojos a la zona, con el fin de dejar se la guarida de los delincuentes que actúan en barrios cercanos, y se resguardan luego allí.