Valledupar es una ciudad acogedora, de eso no hay duda. La calidez de nuestra gente y el privilegio de las relaciones vecinales estrechas, son motivos que inducen a querer hacer vida en este terruño. Sin embargo, hay muchas cosas por mejorar.
Lamentable es que hoy Valledupar se ubique como una de las ciudades del país con mayor índice de inflación sacudida por tres grupos elementales de bienes y servicios: alimentos, educación y vivienda ¡Si señor! Estos tres componentes del desarrollo social son los que convierten a nuestro municipio en uno de los más costosos. Pero hay un dato curioso; según cifras oficiales el desempleo se acentúa por debajo del 9%, guarismo que es tanto menor que el porcentaje nacional.
¿Cómo explicamos esto? Pues lo que no nos dicen los datos estadísticos oficiales es que dentro de ese 9% de tasa de desempleo se encuentra excluido el empleo informal, al que quieren llamar como trabajo independiente, pero que no reúne las condiciones mínimas de sostenibilidad como para que incidan en la mencionada cifra. Mejor dicho, los vendedores estacionarios, los del plan rebusque, los de la informalidad e ilegalidad, son contados como fuerza laboral pese a las condiciones en que se desarrolla su actividad.
Según el Observatorio Regional del Mercado de Trabajo la tasa de informalidad en la ciudad bordea el 80%, lo cual pondrá en jaque nuestra economía si no se toman decisiones y medidas adecuadas que disminuyan este flagelo y los prevengan a futuro. Y aunque no podemos negar que en parte se debe a arraigos culturales, es necesario que las autoridades públicas tomen cartas en el asunto.
El Programa “Valledupar Como Vamos” en su última encuesta encontró que tres de cada diez personas en Valledupar se siente pobre, ya sea por su estado de desempleo, por no tener una vivienda o por alguna necesidad básica insatisfecha. Y no es que esté dando saltos a la ligera por cifras y cifras como si nada estuviera relacionado. Es que precisamente estos datos, inflación, desempleo, informalidad y percepción de pobreza debe decirnos algo: las cosas no andan bien.
Y la receta para ese mal ya la sabemos pero no la aplicamos ¿Qué esperar? ¿Tocaremos fondo o nos levantaremos? Pese a que algunas entidades públicas han hecho esfuerzos por la reconversión laboral y empresarial, se requiere de mucha más inversión que busque dinamizar la empresa e industria, formalizar la economía, incrementar la asociatividad, capitalizar los sectores emergentes y sobre todo, un gran componente para la capacitación y formación para el trabajo y el emprendimiento de acuerdo con las realidades locales.
Cuando esas medidas surtan sus efectos podremos seguir diciendo, a voz en cuello y sin asomo de duda, que Valledupar es el mejor vividero del mundo.
Por Omar A Ditta