Valledupar, 22 de julio de 2024
Hace 25 años, el 22 de julio de 1999, Valledupar fue conmocionada al conocerse el doble asesinato de Víctor Mieles Ospino y su esposa Elvira Rosa Ramírez, un crimen en el municipio de El Copey; Melba Mieles, hija de la pareja, recordó en diálogo con este medio de comunicación, este trágico aniversario con un dolor que no ha disminuido con el tiempo.
Con el corazón en la mano, Mieles compartió detalles sobre los eventos que llevaron a la pérdida de sus padres. En ese entonces, ella acababa de graduarse como Licenciada en Educación Física y se encontraba en Valledupar cuando supo del secuestro de sus padres.

La búsqueda de justicia comenzó de inmediato, pero la familia enfrentó numerosos obstáculos, incluyendo la espera de 72 horas antes de poder presentar una denuncia formal.
A pesar de los avances en la investigación, como la revelación en 2012 por parte de Francisco Gaviria, alias Mario, lugarteniente de Jorge 40, sobre la orden del asesinato, y el reconocimiento del crimen como de lesa humanidad, Melba Mieles señaló que el proceso judicial ha sido insatisfactorio.
«El proceso está totalmente quieto», afirmó, añadiendo que, a pesar de las declaraciones hechas ante la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), no se ha logrado un avance significativo.
Lo peor es que a pesar de que esta familia Mieles ha sido reconocida como víctimas, pero no han recibido compensación económica alguna. Melba criticó la Unidad de Víctimas por su ineficacia y acusó a los políticos de usar la situación para fines electorales, sin ofrecer una verdadera reparación. “El Gobierno ha sido parco durante todos estos años”, expresó.
Además, Melba Mieles cuestionó la representación de las víctimas en la actualidad, mencionando a Rodrigo Tovar Vélez, exparamilitar ahora en el Congreso, como un ejemplo de la falta de verdadera empatía y justicia. Según ella, los esfuerzos de reconciliación deben empezar por reconocer y abordar las injusticias y compensar adecuadamente a las víctimas.
La lucha por justicia y reparación continúa para Melba Mieles y su familia, quienes esperan que, algún día, el estado colombiano ofrezca una compensación digna y reconozca el sufrimiento prolongado que han soportado durante estos 25 años.