Alguien los vio en un billar, estanco o en cualquier otro sitio de mala muerte tomando licor y vociferando sus «heroicos» actos. Tienen la costumbre de gritar a los cuatro vientos lo que hacen, e incluso lo que están a punto de hacer, porque hazaña sin gloria es como ser rico sin gloria.

Pero a pesar de que alguien los vio, nadie se atrevió a advertirle a las autoridades la presencia, y actitud sospechosa de los individuos.

Alguien los vio volarse un semáforo en la calle, y no se escandalizó porque se volvió costumbre ver a desadaptados violando las normas de tránsito.

Alguien se escandalizó y hasta se indignó con los oficiales de la Policía que los detuvieron por ahí en cualquier puesto de control. «¡ Por qué no persiguen a los delincuentes!» se preguntaron al verlos con cara de yo no fui a merced de los oficiales.

Alguien fue su victima, pero al recuperar el celular que le robaron decidió no entablar el denuncio por «no echarse un enemigo».

Muchos presencian sus eternas parrandas, y a pesar de que no dejan dormir o vivir un día normal a los vecinos, no denuncian porque al fin de cuentas están parrandeando es en su casa, o simplemente nos alegran la calle.

Muchos vieron a los muchachos en el parque con amigos extraños y un tabaco de marihuana en la mano, pero les pareció que hacía parte del libre desarrollo de la personalidad.

Alguien se escandalizó cuando uno de los amigos de estos hermosos muchachos, fue asesinado. » Era un pobre pelao» dijeron.

Y alguien, muchos, hoy lloran la muerte de otro ciudadano de bien. Ahora nos acordamos que ese jovencito es el asesino, o podría serlo. Y entonces, es culpa del alcalde, quien  debe renunciar porque no ha podido controlar la delincuencia.

Y ojalá renunciara, para que dentro de un año estemos pidiendo la renuncia al otro alcalde, y así cada año renovamos mandatario.

Sería hasta chevere tener un alcalde nuevo cada 365 días, a lo mejor en esa búsqueda nos encontremos un mesías, que nos salve de la inseguridad, pues al fin de cuentas no sabemos prevenir la delincuencia desde nuestro barrio, desde nuestra casa.

Sería bueno tener un nuevo alcalde cada año, pues de pronto encontremos alguien que corrija a nuestros hijos, a nuestros sobrinos, o mejor, que nos los arregle como se arregla un carro o una moto.

Sigamos buscando culpables en los demás y no asumamos nuestra responsabilidad como sociedad. Sigamos mirando la paja en el ojo ajeno, y nunca en el nuestro.

 

Por Limedes Molina Urrego

@LimedesMolinaU

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