El asesinato de la joven Yisney Pedroza desgarró el alma, no solo la de su esposo y la de su familia, sino de Valledupar en general. No existe un lugar de la ciudad en donde la gente no hable de este crimen ocurrido el pasado jueves en el barrio La Esperanza al sur occidente de la ciudad, y que acabó con más de 40 días de ayuno de crímenes en la capital del Cesar.

Y es que quien mató a la joven, no mató a cualquier ser humano. Ella de 26 años nacida en el municipio de Jagua de Ibirico, tenía varias cualidades que la hacían una figura prometedora en diferentes ámbitos.

El primero, es que Pedroza de origen muy humilde, desde niña fue dedicada a las cosas de la iglesia cristiana. De hecho, se había convertido en una verdadera líder. En el momento del asesinato, Yizney quien era una integrante activa de Asomeva Juvenil, la organización que agrupa a los lideres cristianos jóvenes, se encontraba organizando junto a su esposo Ronald Castillejo, el encuentro  Transformadores 2017 que tendría lugar desde el viernes 10 hasta el domingo 12 de noviembre.

El evento que se llevaría a cabo en la iglesia Cristo Viene Pronto, donde ella asistía, contemplaba la presencia de conferencistas nacionales e internacionales y  fue aplazado por el crimen que sorprendió a todo mundo. Así las cosas, el  auditorio donde se desarrollaría, fue usado para la ceremonia en la que se despidió a Pedroza.

 

Otro aspecto que algunos desconocen de la joven asesinada, era su rol de periodista. Ella se había graduado de técnico en locución y periodismo,  logrando trabajar en la campaña política del hoy senador Jose Alfredo Géneco. Quienes trataron de cerca a la joven, aseguran que era una verdadera promesa del periodismo, especialmente en lo que tiene que ver con la presentación de televisión.

Pero para Yizney Pedroza, el papel que más le ocupaba tiempo era el de mamá de Mía, una niña de dos años que hoy no sabe por qué su mamá no le ha vuelto a dar la comida en medio de juegos. Ella iba en el carro junto a sus padres cuando se presentó el asesinato.

El sepelio de Yizney Pedroza concentró a incontables personas, muchas conocidas, y otras movidas por el dolor de la partida aunque no supieran de quien se trataba. Esas mismas personas reclaman de las autoridades, celeridad en las investigaciones que no van a reparar el corazón de una familia adolorida, ni van a reponer esta pérdida, pero si al menos, podría  evitar que otra persona caiga en las manos del asesino que debe estar por ahí, buscando a quien más hacerle daño.

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