La carta que dejó el ex presidente peruano Alan García a su familia, a sus seguidores y a sus adversarios, es un histórico documento escrito que de seguro será analizado y reanalizado por todo tipo de expertos. Por políticos, psiquiatras, sacerdotes, pastores, juristas, etc etc.

Es la carta de García el relato de un moribundo. Podría haberla escrito horas o días antes de tomar la decisión de quitarse la vida, y eso dice mucho de su posible sinceridad.

Pero lamentablemente por los políticos, y más por los latinoamericanos,  es una osadía, y por qué no, un suicidio,  meter la mano al fuego, no obstante  al leer las líneas escritas por el ex presidente peruano, por lo menos nos lleva a plantearnos la conjetura: ¿era Alan García un cínico o era una víctima?.

Porque fueron 30 años marcados por la historia del presidente de Perú. Presidente en dos ocasiones, y en ambas salió cuestionado al concluir sus mandatos. Nada nuevo en la política. Durante su primera presidencia en los años 90, se asiló en Colombia huyendo de quienes según él lo perseguían. Vuelve a su país por la revancha y gana de nuevo la presidencia, para luego salir salpicado con el escándalo de corrupción más grande que ha sacudido a nuestro continente, el caso Odebrecth.

¿Victima Alan García? Quienes ciegamente lo seguían y lo vitorearon durante su sepelio, juran que sí. Y  es que no sería extraño que en Perú como ocurre en Colombia, la justicia se preste para perseguir a alguien inocente a cambio de unos buenos fajos de billete. La justicia latinoamericana especialmente, en la que la gente debería poner su esperanza, está demasiado permeada por la ambición de jueces y fiscales, y por quienes tienen esos fajos de billete dispuestos a usarlos a cambio de hacer creerle a los demás, que ellos son los buenos y los otros son los malos.

¿Cínico Alan García? Quienes lo criticaron a lo largo de sus años de vida pública, lo catalogan como eso. Y es que ese es el otro fenómeno en nuestro continente. Pocos reconocen sus errores, pocos se atreven a decir que cometieron este o aquel error, pese a las pruebas, prefiriendo el camino de la victimización.  Se volvió tendencia creer que el dinero que llega a sus manos es una bendición del cielo y no un producto de sus bellaquerías. No hay quien alce la mano y diga yo, fui el culpable, lo reconozco; a menos que detrás de ese arrepentimiento exista un ofrecimiento de la justicia de salpicar a otro a cambio de conseguir una rebaja de pena.

Solo Dios, al que dijo Alan García iba, dirá quién quien la razón. Solo el tiempo con el que García según su hija no tenía paciencia, dirá si es un hombre para recordar con reverencia o para olvidar como castigo a su cinismo.

Por Limedes Molina Urrego

Director Tuperfil.net

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