En días pasados, por fin, invitado por el Siva y en compañía de un grupo de colegas periodistas, tuve la oportunidad de subirme a un bus del sistema. Tomamos la ruta que pasa por enfrente de la sede del Siva, y se dirige hacia el norte de Valledupar. La verdad, fue un grato recorrido. Allí nos encontramos con algunos pasajeros, que no se cambian por nadie, y mucho menos se bajarían del bus, para montarse en una mototaxi. Hay una señora por ejemplo que con su amplia sonrisa me contó que el bus lo toma a cuatro casas de la suya en el barrio Sicarare, y la deja en la puerta del lugar donde trabaja al norte de la ciudad, en cuestión de pocos minutos. Y así, hay varios casos de contentos usuarios, cuya sonrisa nos indica, que vale la pena tener un sistema así.
Aire acondicionado, confortables buses, ni se sienten dijo alguien.
Pero, aquí viene el pero. ¡Lástima la movilidad tan horrible que tenemos en la ciudad!. Parqueo de lado y lado de las vías, motos que se vuelan los semáforos, vehículos que intentan meterse por donde no caben, peatones que creen que todo el tráfico tiene que detenerse cuando ellos caminan, vendedores estacionarios que invaden el espacio público. El viaje en un bus del Siva, fuera una mejor experiencia, si en Valledupar, hubiese un secretario de tránsito, con los pantalones puestos, o una secretaria con la falda bien colocada, y le pusiera orden a esto.
Pero no se desanime, súbase al bus, aunque aún nos faltan rutas, nos faltan paraderos, pero ya estamos metidos en el cuento.
