Valledupar, mayo 30 de 2024.

Luego de que el Congreso de la República aprobara la prohibición de la actividad taurina en el país, los galleros temen correr la misma suerte. De acuerdo con Olimpo Oliver, presidente de la Federación Nacional de Galleros de Colombia, Fenagacol, la intención de quienes se hacen llamar animalistas es acabar con toda actividad que involucre la presunta tortura a animales.


En una entrevista con Radio Guatapurí, Olimpo Oliver expresó su preocupación: “Animalistas somos todos a los que nos gustan los animales, los que los criamos, los consentimos, los alimentamos. Hay que diferenciar entre animalistas y prohibicionistas. Hay unas personas que están cerca de la segunda categoría, dentro de la categoría de prohibicionistas, que se deben a unas ONG extranjeras que quieren cambiarnos la cultura y el alma a las demás personas”.


Oliver argumentó que la decisión del Congreso atenta contra la libertad cultural y personal de los colombianos: “No se puede, a través de leyes, tratar de impedir que la gente pueda desarrollar su personalidad y sus gustos tranquilamente. Pienso que eso que hizo el Congreso, de la mano de los animalistas, toca gravemente a la libertad y a la libertad cultural”.


Actualmente, los galleros sienten una relativa tranquilidad, ya que, según Oliver, no existe ningún proyecto de ley en curso que busque prohibir las peleas de gallos. “Por el contrario, se regula y se reglamentan las actividades recreativas con animales. Este proyecto de ley ya fue aprobado por una gran mayoría en la Comisión Quinta de la Cámara de Representantes”, aseguró.


El presidente de Fenagacol también destacó el impacto económico y social de las peleas de gallos en Colombia. Según él, la actividad genera aproximadamente 125 mil empleos directos y 165 mil empleos indirectos, sumando casi 300 mil empleos que estarían en peligro con la prohibición.
Además, Olimpo Oliver mencionó que los galleros compran unas 23 mil toneladas de granos al mes, y gastan en productos y elementos para la crianza de los gallos, lo que representa una contribución significativa a la economía rural.


En cuanto a las apuestas en las riñas de gallos, Oliver explicó que se trata de apuestas voluntarias y personales entre individuos, sin la existencia de una casa o banca que se beneficie de estas transacciones: “Es como si a los partidos de fútbol o de béisbol se les cobraran impuestos porque los aficionados en la tribuna también apuestan. Nadie se beneficia directamente de esas apuestas porque son individuales y voluntarias”, aclaró.


Finalmente, Oliver mencionó los esfuerzos que el gremio de galleros está realizando para evitar que las peleas de gallos sean prohibidas: “Estamos trabajando a través de ese proyecto de ley que fue aprobado por una gran mayoría en la Cámara, reglamentando las actividades y reconociendo a los integrantes. También hemos estado trabajando de la mano del Instituto Colombiano Agropecuario, ICA, para modernizar lo que tiene que ver con la salubridad, la sanidad y los registros de los nacimientos”, concluyó.


La lucha de los galleros por preservar su tradición cultural y económica continúa, en medio de un panorama incierto y con la sombra de la reciente prohibición de la tauromaquia en el país.

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