No ha sido reconocida oficialmente como una enfermedad mental, pero de ella se ha hablado mucho, se ha escrito mucho, siendo llevado el tema incluso al cine.
EL síndrome del impostor es definido por Wikipedia, como un cuadro psicológico en el que la gente se siente incapaz de internalizar sus logros y sufre un miedo persistente a ser descubierto como un fraude. Puede ser un sentimiento engalloso, o simplemente la conciencia acusando a quien sabe que, de verdad, es un impostor.
El caso de la “fiscal de papel”, como se le ha conocido al escándalo de una mujer que habría falsificado sus diplomas, sus logros académicos, logrando escalar en la misma Fiscalía, pone de manifiesto que algo no está bien en la cabeza de la gente. O hay un descaro muy grande, o una mitomanía excesarvada que nos está matando.
¿Cuántos casos habrá por ahí enquistados en las instituciones públicas?. ¿Cuándos profesionales que no lo son estarán camuflados por ahí, ganándose una millonada? El papel aguanta todo, lo que no aguanta es la capacidad para hacer las cosas para las que supuestamente se está preparado.
Hay que echarle una revisadita a las gobernaciones, a las alcaldías, a las mismas universidades, a los colegios, a todos los gremios como el nuestro, más de un impostor puede estar por ahí camuflado, olvidando que entre cielo y tierra no hay nada oculto.