Tanta belleza no podía ser cierta. Analistas internacionales vaticinaban lo que todas las encuestas afirmaban, que Nicolás Maduro seria estruendosamente derrotado. Pero iban más allá, indicaban que Maduro y sus secuaces tenían un acuerdo con Estados Unidos para irse del país, bajo condiciones que les permitiera estar tranquilos.

Pero la verdad es otra, Venezuela hoy llora por una reelección a todas luces fraudulenta. ¡Que impotencia por Dios!, pobre Venezuela, pobre pueblo, como les ha pesado haber escogido el camino incorrecto, por haber elegido el cambio que no era necesario en el entonces país más rico de Latinoamérica. Por andar de inventores, buscando la igualdad hacia la pobreza, hoy sufren las consecuencias.  

Un espejo para mirarnos, y que muchos se niegan a ver, porque Venezuela es Venezuela y Colombia es Colombia. ¡No señores!, el cáncer que carcome al vecino país, está haciendo metástasis. Así que no lo duden, esos que hicieron fraude en el vecino país, nos están mirando y dicen “vamos a por ellos”

No me puedo imaginar la decepción que sienten hoy los ocho millones de venezolanos que han tenido que salir del país por culpa del régimen. No dejo de pensar en quienes siguen en esa nación a pesar de la crisis, esperanzados en que algún día el dictador caiga.

Gloria al triste pueblo, que hoy ve con decepción el descaro del régimen para robarse unas elecciones que a todas luces ganó en franca lid Edmundo González, o sea María Corina Machado, una valiente mujer humillada por el chavismo, pero firme intentando devolverle la esperanza a una nación.

Venezolanos, no pierdan la fe, Dios sigue en su trono y hará justicia.

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