Wilson siempre es así, hace bien su trabajo y se va. Ton Hansk es testigo de eso. En la película El Naufrago, del año 2000, Chuk Noland, líder del grupo de Fedex que viajaba a entregar un avión lleno de encomiendas, sufre un accidente, cayó al océano pacífico, y es el único sobreviviente en una isla solitaria.

En medio de esa soledad se inventó un amigo. Un balón de futbol al que le dibujó una cara y bautizó como Wilson. Gracias a ese personaje, Noland no enloqueció, aunque hablándole ya parecía desquiciado.

 Pero Wilson después de hacer su trabajo de acompañar a Noland,  se alejó de la balsa en la que este  navegó por varias horas antes de ser rescatado.

En el Cesar tuvimos un Wilson. De apellido Solano. Duró tres meses como gobernador encargado, y la verdad dejó una buena impresión en el departamento del Cesar. Pero hizo bien su trabajo y como buen Wilson, desapareció de la escena pública.  ¿O lo desaparecieron?

Y ahora Wilson, el perro pastor belga que se hizo célebre por hacer parte de la operación que dio con el paradero de los cuatro niños perdidos en la selva del Guaviare, también hizo su trabajo y esfumó.

Pero el Ejército no descansa. “Nunca dejamos a un compañero abandonado” dijo un alto oficial, dando a conocer que la búsqueda del canino continuará.  ¡Que bueno que así sea!. La tropa puede estar desmoralizada, pero hechos como este revitaliza a la fuerza pública que tanto necesitaba de una victoria y de los aplausos de los colombianos.

Buena esa. Un aplauso de pie para nuestro Ejército, y especialmente para Wilson, quien logró unir al país.

Y así como estamos en Colombia, si aparece Wilson, no faltará quien lo postule como presidente.

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