Ape Cuello es de los grandes líderes que tiene el Cesar. Un varón electoral, se mueve como pez en el agua en el congreso, y tiene la admiración de muchos que dicen que sabe bien cómo es que le entra el agua al coco cuando de política se trata. Un zorro de la política, le llaman algunos, el dueño de los últimos alcaldes le llaman otros.
Así a quien más acudir si no es a Ape a la hora de pedir auxilio con temas como el que le plantee ayer al aire. Los viajeros constantes estamos cansados, aburridos de que las aerolíneas nos sigan tratando a quienes estamos por acá en Valledupar, como de cuarta categoría. Nos suben las tarifas cuando les viene en ganas, suspenden los vuelos sin previo aviso nos varían los horarios a la hora de volar y no tenemos derecho a decir ni mu, por lo que es lógico que acudamos a nuestros congresistas.
Yo, inocentemente le plantee la pregunta a Ape, insisto, a sabiendas que es de esos congresistas que cuando algo se le mete entre ceja y ceja, no lo suelta. La respuesta fue crudamente sincera: Ellos en el Congreso, no pueden hacer nada, porque a decir de Ape, este es un asunto entre privados. Lease, entre las aerolíneas y los pasajeros, osea, nosotros, los de a pie, porque los congresistas no pagan vuelos, nuestros impuestos se los pagan a ellos.
Ayer me sentí como esa dama que prefiere que su marido le diga mentiras para llenarla de esperanzas. Esa sinceridad me dijo dos cosas: No tenemos quien nos defienda frente a este tema, o simplemente a veces no le importamos a nuestra clase parlamentaria.
Bueno, en este caso me quedo con las pataletas de Didier Lobo, que por lo menos ha alzado su voz frente al abuso de las aerolíneas.