Gustavo Petro ha hecho realidad una eterna ilusión para muchos. Tener un gobierno de izquierda en Colombia. Y ha hecho realidad un temor que tenían otros: Acabar con la izquierda en Colombia.
Con la forma de gobernar, el señor presidente ha desilusionado a quienes estaban convencidos que el cambio era necesario, y que ese cambio implicaba un giro a la izquierda. Petro sirvió de realizador de sueños, y de sepulturero de ilusiones a la vez.
Lástima, porque la izquierda tiene detrás a muchos personajes con el que hubiese valido la pena jugársela, pero que ahora la tienen de pa arriba llegar a ser presidentes.
Este es uno. Luis Gilberto Murillo. Aunque es más de centro que de izquierda. Y es más santista que petrista, no cabe dudas de que sacrificó mucho de su capital político – y hasta su ciudadanía gringa – por entrar a este gobierno. Aunque algunos creen que haber salido del gobierno peleado con el presidente, podría ayudarle en las próximas elecciones presidenciales.
Humberto de la Calle. Este señor merece ser presidente de Colombia, pero su cercanía a Petro especialmente durante el proceso electoral, lo salpicó demasiado. Al renunciar al Congreso, ¿podrá recuperar algo de la confianza de la gente?. Es una alternativa seria.
Claudia López. Será la ungida de Petro, afirman círculos cercanos al presidente y aunque intente hacerse ver lejana, le quedará muy difícil meterle el dedo a la boca a los electores.
Pero ojo, que la derecha lo que está lanzando a la palestra política no es que tenga mucho futuro que digamos. Vicki Dávila después de su renuncia a Semana se tomó unas vacaciones. Volvió a aparecer por ahí, y las encuestas la muestran bien. Pero que no se vuelva a esconder señora, no es el momento.
Polo Polo. Seamos serios. Basta de circo.
David Luna. Cachaquisimo como él solo. Y eso no es lo malo. Lo malo es que me da la impresión de que representa demasiado el centralismo. Una alcaldía de Bogotá le vendría bien por ahora.
Miguel Uribe. Muy pelao, siga madurando mijo, aún no es el momento.
María Fernanda Cabal. Da miedo, tanto extremo a la derecha, ¿valdría la pena?.
Sigamos viendo como se mueve el 2025, preludio del 26 donde nos jugaremos el todo por el todo como nación.