Ser propietario de una casa no significa ser rico, pero no tenerla si es sinónimo de pobreza. La frase que hizo carrera guarda mucha verdad, porque tener un techo propio representa seguridad para quienes la ocupan, y principalmente si quien la ocupa es su propietario. Y aunque a la juventud de hoy, tener un techo propio no es que sea una prioridad, nunca antes, la juventud tuvo tanto acceso a una vivienda en Colombia.
Bueno, eso ocurría de agosto del año pasado hacia atrás. Los gobiernos de Santos y Duque, desarrollaron una política de vivienda tan exitosa, que le permitió a miles de colombianos acceder a un techo propio.
Tiempos aquellos, que ya son parte de la historia.
Ahora bien, y es donde me quiero concentrar en este comentario. Por muy difícil que sea hoy tener vivienda propia, debo mantener la misma recomendación que di cuando tener una casa era un sueño más fácil de alcanzar; No, por nada del mundo, intente invadir para construir un techo propio. Las invasiones comienzan como un sueño, pero en la mayoría de los casos terminan en pesadilla.
O si no, échele un vistazo a algunos ejemplos como Brisas de La Popa en Valledupar. Esa zona, donde habita tanta gente buena, trabajadora y necesitada, nació de una invasión, y como tal, desordenada, a tal punto que hoy hay viviendas que tienen en sus salas, pozos de inspección, manjoles que se están rebosando.
O si no miremos hacia Coyupe. Una urbanización que tiene en frente un barrio de invasión en el municipio de El Paso. Todos los problemas habidos y por haber que de vez en cuando nuestro compañero Renier Asprilla registra.
La margen derecha del rio Guatapuri en Valledupar. Un asentamiento humano que nunca podrá ser legalizado, y que siempre representará un peligro para la misma gente que en tiempos de invierno duerme con un ojo abierto.
Y aunque los años pasaron y hoy son barrios legales, donde vive tanta gente pujante, no podemos olvidar el pasado doloroso de sectores como el Primero de Mayo y Fundadores. Quienes salimos de esos barrios, sabemos los momentos difíciles que se vivieron allí, la ola violenta que sacudió a esos sectores cuando apenas surgían como invasión.
Invadir nunca será la mejor opción. Es un camino muy tortuoso que vivieron nuestros padres, nuestros abuelos, que hoy no se lo deseamos a ningún descendiente.
No hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista. Ya volverán los tiempos en los que acceder a una vivienda propia, vuelva a ser menos traumático.