Con los brazos cruzados, están los ladrilleros asentados en la vereda Las Casitas. La razón es que el invierno, no ha permitido que estos continúen con sus labores de fabricación de este material.
Alma Navarro, residente en las Casitas, dijo que la situación es grave porque las aguas afectan la producción del ladrillo, lo que deja alrededor de 200 familias damnificadas. “ El ladrillo no quiere nada con la lluvia” indicó la residente la habitante de Las Casitas.
Y mientras existen otras poblaciones del departamento afectadas por las creciente de afluentes determinados, en Las Casitas el problema es que son dos; por un lado el rio Cesar, y por otro la acequia Guaimaral, lo que ha hecho que la población se encuentra prácticamente aislada.
“Las familias que vivimos acá de eso, estamos con las manos en la cabeza” dijo la residente en Las Casitas, quien señaló que hasta el momento no ha hecho presencia ninguna autoridad con el fin de ponerse al frente de esta emergencia.