En las últimas semanas, el tema de la seguridad en Valledupar ha tomado protagonismo en la conversación ciudadana, no solo por la creciente ola de robos, sino también por los actos de violencia que se han registrado en diferentes zonas de la ciudad. Esta situación ha generado un clima de incertidumbre entre los habitantes, quienes cuestionan la efectividad de las estrategias implementadas por las autoridades locales.
Es fácil señalar a la Policía Metropolitana de Valledupar como el principal responsable, pero la realidad es que la inseguridad es un fenómeno multifacético que no puede abordarse con una sola solución. Si bien es cierto que hace falta una mayor presencia policial y un fortalecimiento de los mecanismos de vigilancia, la problemática va mucho más allá. La falta de oportunidades laborales, la creciente desigualdad y la debilidad del sistema judicial son factores que alimentan este círculo vicioso.
Valledupar, como muchas otras ciudades del país, se enfrenta a desafíos estructurales que requieren una respuesta integral. Por un lado, las autoridades deben actuar con mayor diligencia y transparencia, pero también es necesario que la ciudadanía se involucre más activamente en la búsqueda de soluciones. Denunciar los delitos, participar en estrategias comunitarias de vigilancia y fortalecer los lazos de confianza entre vecinos son acciones que pueden contribuir a mejorar la situación.
El miedo que sienten muchos vallenatos al salir a la calle no debe convertirse en resignación. Por el contrario, debe ser el motor para exigir un cambio real, no solo en términos de seguridad, sino en la manera en que entendemos y construimos nuestra ciudad. Valledupar no puede seguir siendo víctima de la indiferencia ni de políticas de corto plazo que solo atacan los síntomas sin abordar las causas profundas de la inseguridad.
Este es un llamado a la acción colectiva. Las autoridades tienen la obligación de proteger a los ciudadanos, pero la responsabilidad no es exclusiva de ellos. Solo con una sociedad comprometida y un gobierno que entienda la complejidad del problema, podremos avanzar hacia una Valledupar más segura y equitativa.
Por: Isaac Bohórquez