El payaso tenía la nariz roja, como todo payaso que se respete. Zapatos puntiagudos, pantalón inflable, nalgas postizas, cachucha raída. Se llamaba Pepito, como todos los payasos de mi infancia. Era Día de la familia, como la última vez. Ni el Rector, ni el Coordinador, ni el Padre nuestro, ni el Himno nacional, ni las amenazas demenciales de la Sicóloga con todas sus ínfulas de poder habían logrado la atención sepulcral que el dulce bufón conseguía diciendo solo estupideces, que coincidían con las estupideces que los 1508 estudiantes querían escuchar. La dictadura del desorden fue reemplazada por la anestesiante música de la aceptación absoluta y el Rector empezó a creer (la palabra de moda) que necesitaba más payasos y menos docentes en el aula de clase. Como por arte de magia la nariz se le comenzó a poner colorada.

La construcción de un sistema educativo eficiente, moderno y útil a la sociedad es costosa. En tal sentido deliberar saberes reales y críticos, hacer progresar aprendizajes cívicos elementales como la rectitud y la honestidad, y por supuesto, empoderar a las ciencias por encima de los brebajes chamánicos de las creencias en sus diversas vertientes, no parecen representar interés alguno para el estado colombiano. Es más una excelente educación aunque no parezca amenaza la seguridad de las élites tradicionales que manejan a su antojo al país. Es increíble pero detrás de cada prueba escrita, cada reunión de docentes, cada capacitación orientada por el Ministerio de Educación existe la idea clara de establecer a la ignorancia en calidad de inquilina vitalicia en las aulas de clase.

En esta rentable industria de la ignorancia la Institución educativa es la clave y la sumisión la herramienta básica para propiciar un ejército de soldados que le “sirvan” a los empresarios para rellenar sus chequeras. La reeducación de esos “nuevos” docentes se ha de hacer bajo el despotismo de los saberes inútiles y en concordancia a las reglas que organice el dictador de turno. Para tales efectos el modelo pedagógico más relevante será aquel que privilegie lo accesorio y deje para después lo importante. Aquellas informaciones escatológicas y de viejo cuño volverán a ser implementadas en los planes de estudios, es decir, “el rio volverá a ser una corriente de agua dulce” y cualquiera que distinga un polinomio de un adjetivo será ungido como una celebridad cognitiva.

Para (Debord, 1995), el estudiante de estas factorías será adiestrado para obedecer el orden establecido, será enemigo de la retórica, pero usará su sintaxis. Es evidente que la fotografía del joven arrodillado esperando que le bajen las luminiscencias intelectivas de la estratosfera se repetirá muchísimas veces en las conversaciones sobre Didáctica. Estoy seguro que una merienda untada de anestesia hará pensar que Vivaldi es menos famoso que Maluma, sin preguntarnos quién es Maluma, obviamente.

¿Qué son la Instituciones educativas en todos sus rangos y niveles hoy día? Industrias que “venden” al mejor postor envuelto en cualquier tipo de empaque lo que consume el empresariado y lo que necesitan propagar los nuevos amos. Es decir, un cóctel de entretenimiento embrutecedor y de alimento suficiente que permita mantener de buen humor a la población frustrada del planeta (Brzezinski, 1999). Por un instante lo dudé, pero no, todo lo que se enseñe y se aprenda en todo lugar y momento debe estar al servicio de los intereses políticos y financieros del gran capital.

Pero para que ésta industria perversa haya prosperado hasta hoy y no se sabe hasta cuándo los hijos de las élites se formaran en Instituciones de gran calidad científica, técnica y de gestión, en donde aprenderán saberes sofisticados y creativos, necesarios indudablemente para gobernar el mundo de los ignorantes. Saberes desechables para unos, conocimientos dominantes para otros. De tal manera, la calidad de vida como derecho humano será un bien suntuario de los poderosos y una quimera irredimible para los que viven del negocio de la utopía. Se me olvidaba decirlo: los saberes desechables hace que los seres portadores de tales informaciones sean desechables también, provisionalmente, eso se espera.

¿Qué son las Instituciones educativas en todos sus rangos y niveles hoy día? Negocios públicos o privados a los cuales se les facilita transformar a un estudiante sano en un ser incívico y violento, formado por una malla curricular repleta de un popurrí conceptual que aborta ciudadanos intolerantes, pleitistas y políticamente correctos (Debord, 1995). Debido a éste difuso programa de formación los docentes tarde o temprano se convierten en animadores de odios y los estudiantes se sentirán en una guardería ciudadana en donde “cuidar” a los niños y jóvenes es más importante que propiciar la elaboración meditada de argumentos para deliberar los conocimientos abordados. Las tareas insulsas e insufribles y los refuerzos sicológicos serán obligaciones específicas para que ese o esa ignorante ni en sueños se le ocurra leer a José Saramago y mucho menos a Gonzalo Arango.

Imagino que la Escuela no será Escuela y la Universidad no se llamará así: Parque de diversiones será el nombre rimbombante que antecederá a todas aquellas instituciones, cuyo objeto social en otros tiempos era formar seres humanos para la construcción útil del pensamiento, la convivencia pacífica y la preservación de las especies. Sin duda la Institución educativa será un espacio de vida con sus fiestas, graduaciones, conciertos, cursos, seminarios, retiros espirituales, ventas de servicios, transacciones comerciales y demás detalles empresariales. No habrá nada sobre Nicolás Casullo, Eric Fromm o Fernando Savater. Habrá mucho sobre Cristiano Ronaldo, el cristianismo o el Silvestrismo.

Para (Michea, 1995), no cabe duda que surgirá la idea de colocar en la entrada de ese parque de atracciones escolares algunos dispositivos electrónicos muy sencillos para detectar la presencia eventual de objetos que pongan en peligro la ignorancia de sus habituales y permanentes inquilinos.

El Rector y el payaso se fundieron en un abrazo moderado y real, un aplauso largo, ancho y alto premió las bufonadas de 1510 personas. ¿Yo? Hacía exactamente 20 minutos estaba en el Centro comercial…

Por Lic Osmen Ospino Zárate

 

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