Les confieso que soy de los que puede dormir o leer a pesar de los altos decibeles de música a los que esté sometido. Nada me saca de un buen libro y nada me quita el sueño si de verdad estoy cansado. Solo lo hace ese insomnio en el que a veces caigo. Así que las veces que he dormido en un centro asistencial no me han trasnochado ni los gritos de los pacientes, ni las carcajadas de las enfermeras cuando se cuentan chismes con los médicos, ni los instrumentos quirúrgicos que dejan caer a veces creo, que a propósito.

Pero eso me pasa a mí, no le ocurre a todo el mundo. Por lo anterior no podemos justificar que el personal médico irrespete a sus pacientes haciendo ruido como ocurrió en la ESE UNA de Sabana Larga, donde el acompañante de un paciente aburrido de no ser atendida su petición a un galeno para que le bajara el volumen a la música de su celular, lo terminó grabando para denunciarlo. El médico solo miró, se burló, bailó y  alzó más el volumen de su celular, en una actitud a todas luces insolente, retadora,  que habla muy mal de quien está llamado a cuidar la salud de los pacientes.

Ellos mismos, los médicos, saben bien que un enfermo lo que más requiere es dormir, porque no hay mejor cura para el cuerpo y para el alma. El sueño es sagrado, pero es lo más irrespetado en los centros asistenciales.

Lo viví en una clínica de Barranquilla en el 2021 y por eso entiendo a quienes lo único que piden del personal médico, es respeto  y empatía. No soberbia como la demostrada por el galeno que a propósito no es que baile muy bien.

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