No te juntes con esa chusma, le decía doña Florinda a Kiko. Mi mamá me lo decía de otra forma: No te juntes con esas malas influencias. Eso cuando quería que yo no anduviera con ciertos personajes que me podrían hacer corromper. Preocupación sana de los papás de uno que sabían bien cuando alguien era una buena o una mala influencia.
Pero en estos tiempos, surgieron los influencers, que hacen lo mismo que aprobaban o desaprobaran nuestros padres, influenciar para bien o para mal.
Daneidi Barrera Rojas, más conocida con el alias de Epa Colombia, es una de esas influencers que de la noche a la mañana, con un toque de suerte, se volvieron viral. En el caso de ella, al grabar en 2014, un video en el que poyaba a la selección Colombia durante la Copa América. Y aprovechando esa popularidad, se lanzó al mundo de los influencers, actividad que combinó con la venta de keratinas rusas, lo cual le ha permitido amasar una fortuna impresionante a sus escasos 28 años de edad.
Y como a la mayoría de los infuencers se les sube el humo a la cabeza, y creen que son intocables porque sus seguidores los endiosan, se lanzó en 2019 en el marco del estallido social – que algunos lideres desadaptados anuncian que van a repetir – con martillo en mano a causarle daños al pobre Transmilenio en Bogotá que fue el principal objetivo de la primera línea en ese tiempo.
Pues la justicia tarda, pero llega. Hoy Epa Colombia está presa, y así estará durante cinco años.
¡ Bien hecho!. Esta joven que se creyó el tapón del océano fue una mala influencers, cuyo ejemplo es lamentablemente seguido por muchos, quienes hoy cuestionan a la justicia del país, por imponer la condena. ¿Por qué a ella sí y a otros no?. Porque en el caso de Epa Colombia, ella misma se grabó, reconoció el delito y luego en vez de bajar la cabeza se victimiza.
No señor, esto no puede seguir ocurriendo en el país. Las malas influencias hay que frenarlas.
