No soy Diomedes, para vaticinar como será mi sepelio, pero si soy Limedes, y ya sé cómo hubiese sido mi despedida si hubiese fallecido el pasado 30 de agosto.
Ese día descubrí que mucha gente me quería, me apreciaba y que me iba a extrañar. Mi decisión de irme de Radio Guatapuri, provocó hasta llanto de oyentes. Tengo en mi celular, la prueba de mensajes de personas que lamentaron hasta las lágrimas mi salida de la emisora más escuchada del departamento.
Pero pasaron los días y un oyente, muy querido, me escribió para decirme que el mundo debía continuar y que él no se iba a despegar del radio. Ni más faltaba, yo no esperaba tal cosa.
Eso sí, mi amigo, casi me hace sentir muerto, sepultado, y olvidado.
Así que, si hubiese fallecido el 30 de agosto, sé que mi partida habría dolido, pero también soy consiente que como a todo muerto hay que sepultarlo.
Lo digo sin resentimiento, lo digo como una lección de vida. Ya en varias oportunidades he fallecido de alguna forma al despedirme de donde trabajo. Y de seguro me esperan muchas despedidas más, muchas muertes más. No creo en las reencarnaciones, pero en lo laboral siempre sé que siempre tendré una esperándome.
Otra lección aprendida: Cuida de los tuyos, de tu familia, de tus amigos, esos a los que no le importa ni tu dinero, ni tu fama, sino que le importas tú, con tus defectos y virtudes.
En el caso del periodismo con mi resiente despedida, reafirmé otra cosa de la que he estado siempre seguro, y que aprendí con mis anteriores muertes: No soy periodista de la clase política – Ni uno solo me preguntó por mi salida – soy periodista de la gente. A ellos es que uno como periodista se debe. Bueno, aunque algunos te olvide rápido. Somos aves de paso.