En el corregimiento de Aguas Blancas se comenzó a construir un barrio que lleva por nombre R-8. El nombre de ese asentamiento humano, es en honor al acordeonero de la música vallenata, Rolando Ochoa.

La decisión que habían tomando cuando invadieron el predio, la reforzaron los habitantes del sector, luego que el productor musical se abstuviera de desalojar del lote de su propiedad a las personas que habían decidido invadir en un lote de su propiedad.

Al conocer la invasión del lugar, Rolando Ochoa envió a su esposa y a su abogado a verificar el hecho y estar al tanto del proceso de desalojo, no obstante al percatarse de la necesidad de los invasores, la compañera del músico, conmovida por lo que observó se devolvió a Valledupar a hablar con él.

Horas después le fue informado a los invasores, que no iban a ser desalojados, y por el contrario, le sería regalado el predio para que puedan construir sus viviendas.

No bastando con el regalar las tierras, el compositor y acordeonero junto a su esposa, decidieron enviarle mercados a las personas que invadieron el lote.

El gesto de Rolando Ochoa ha sido motivo de elogio por parte de la comunidad, especialmente de sus seguidores quienes lo ponen de ejemplo.

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