Este fin de semana la novedad estuvo centrada en proveer de pintura y agua potable las viviendas de un corregimiento del tamaño de un caserío al que nombran EL JABO que se encuentra limitado en su crecer por aquellas cercas de fincas de extensas áreas sin uso salvo el del silvestre crecer de matorrales, culebras, basuras y escombros.

Recorrer el JABO es adentrarse en el mundo de las casas de bahareque y barro, se siente la frescura de lo vernáculo que contrasta con el sentir de sus pobladores, la falta de oficios dignos hace sentir en el ambiente la “desesperanza”.  Es un caserío apretujado, con una trama urbana que asemeja la cuadricula española pero a la más mínima escala de expresión, sus calles angostas, sus viviendas agolpadas unas con otras parecieran emitir el lamento de aquellos que luchando por una tierra tienen que someterse a un puñadito de ella viendo el cínico contraste a su alrededor: cercado frente a sus narices existen hectáreas y hectáreas de tierra silvestre pertenecientes a un puñado de gente.

Lo paradójico de todo esto es que el color de este corregimiento es el de la tierra, sus fachadas de barro en su gran mayoría de un rojo cobrizo se levantan en medio de cercas de púas conectadas a cables de alta tensión, en medio de ese paisaje el JABO decide armarse de esperanza y empuña las brochas y pinceles para florecer, para traer la primavera al desierto desolado que se avizora como perspectiva en rededor, sus pobladores se levantan en un acto bravío de fe e ilusión, deciden ver “EL JABO VESTIDO DE PRIMAVERA”  con el concurso del puñado de habitantes en conjunto con la suma de un puñado de instituciones públicas y privadas que semejan en sus actos la configuración de una “Alianza Publico Privada de hechos tangibles y medibles”, se visten unidos de “Responsabilidad Social” y emprenden juntos el acto de “Pintar de Color Esperanza” aquel caserío que pareciera vivir la rutina de la desesperanza.

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Como hace de falta sencillos y repetidos de manera continua actos como este, que se levantaran y uniesen más personas, más barrios, más caseríos, mas corregimientos de la mano de entidades públicas y privadas para emprender juntos y en armonía el ejercicio de pintar nuestros espacios, nuestros entornos y contornos de vivos colores que reflejen esa mágica tierra que una vez escribiese Gabo.  Hay tanto por pintar, tantas primaveras que sacudir del polvo del olvido y pesar, de la desidia y abandono en la espera de aquel amanecer que nunca veremos si nada hacemos, tanta primavera que esculpir de la mano de nuestras propias manos, pues no será agarrando un pájaro que lograremos trascender como seres, es en el respeto a la libertad de ver a más de cien (100) volando juntos y armonizados en el alto cielo haciendo la forma de la “V”.

Tanto en lo rural como en lo urbano podemos ver la primavera propia del macondiano, cada barrio puede sacar de sus propias entrañas aquellos talentos, esos artistas, esos pintores, esos colores, esas historias, esos cuentos y leyendas para llevarlos a los muros de sus casas, para invadir de colores, fe y esperanza más casas, tu casa, mi casa, tantas casas que bien pudieran ser testimonio vivo y colorido de lo que se logra al trabajar en equipo, la unión de lo público y privado al servicio de causas comunes y no individuales.

Es tan sencillo y difícil a su vez, pues hacerlo indica deponer el EGO, dejar a un lado la tan enquistada postura de no hacer nada sin antes  tener claridades de “¿cómo voy yo ahí?” esa postura imposibilita y anula todo acto de gestión y ejecución.  Romper dicho paradigma es un ejercicio que arranca desde las casas (hogares), desde los colegios, desde los vecinos de la cuadra y grupos sociales, desde las juntas comunales, desde las juntas locales, desde los centros de encuentros religiosos sin importar el tipo de religión, desde todos esos lugares se siembra y expande la semilla que permite inundar de colores nuestra tierra vallenata.  En nosotros está generar esa unión que permitirá esa fuerza suficiente para emprender acciones que invadan de colores todos los espacios y hagan de la aparente desesperanza un acto temerario de esperanza, luz, amor, fe y determinación de pintar y escribir una historia distinta para todos aquellos seres que nos precederán. En nosotros está, tenemos el poder del Aquí y el Ahora para actuar y pintar todos nosotros a Valledupar de intensos colores que inviten a la intensa luz de la primavera a quedarse siempre con y entre nosotros.

@YarimeLobo

YARIME LOBO BAUTE                              

Artista Plástica por esencia
Arquitecta de Profesión
Fotógrafa por afición
Escritora de Corazón
Emprendedora por convicción

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