Cada vez que un violador, o simplemente un delincuente con amplió reconocimiento en Colombia es trasladado a Valledupar para ser recluido en La Tramacúa, ponemos el grito en el cielo. De hecho, el mismo Secretario de Gobierno municipal acaba de anunciar que el alcalde le protestará directamente al Ministro de Justicia por llenarnos la ciudad de “ilustres” huéspedes. No creo que Ernesto arregle eso.
Revisemos esta inconformidad y veamos que tan en lo cierto está el alcalde, y la mayoría de los vallenatos por los constantes traslados a La Tramacúa de delincuentes como alias Satanás, cabecilla del Tren de Aragua, Yonier Leal acusado de asesinar a su mamá y a su hermano, a Brayam Ocampo quien violó y dio muerte a la niña Sofía, a Rafael Uribe Noguera quien dio muerte a Yuliana Samboni, y al violador en serie, Levit Rua.
Entiendo que a nadie le guste que su ciudad sea noticia, por ser precisamente la ciudad destino de los más peligrosos delincuentes. Para nadie es un honor tener en su ciudad, a una de las cárceles más seguras – o inseguras – del país, y mucho menos cuando nos recuerda que La Tramacúa fue un paquete chileno que nos metieron hace 24 años cuando lo que esperábamos era el cierre de La Judicial, que sigue ahí en el barrio Dangond
Pero tampoco nos digamos mentiras. De los delincuentes antes mencionados, solo alias Satanás representaría un peligro para los vallenatos por estar en una cárcel de esta ciudad.
Juan Manuel Vera, a pesar de enviarle al alcalde una carta dándole su palabra – ¿Quién cree en la palabra de un delincuente? – que no delinquirá en esta ciudad, tiene sus mañas, y con su capital producto de actividades delictivas, puede que traiga detrás de él – si es que ya no lo hizo – a sus peligrosos lugartenientes a montar el negocio del microtráfico en esta capital. Del resto mis queridos paisanos, esos violadores y asesinos de sus madres y niños, están a buen recaudo, y allí encerrados en La Tramacúa con una temperatura de 40 grados bajo sombra, deben estar sufriendo, porque solo pueden satisfacer sus bajos instintos con sus propias manos, pues no hay pa más.
